¿Sabes cuál es la increíble conexión entre Tubular Bells, El Exorcista y Alan Turing?
Esta historia es realmente increíble, de las que nos gustan de verdad ;) una de esas "serendipias" imposibles de la tecnología. Vamos al año 1973. En esa fecha pasaron dos eventos importantes en el ámbito del cine y la música. Por un lado, se estrenó la película El Exorcista, que traumatizó a varias generaciones (entre ellos yo mismo). Por el otro, un joven Mike Oldfield, que por entonces tenía apenas 19 años, publicó su álbum debut, Tubular Bells, en el sello Virgin Records. Ese disco terminó siendo la banda sonora de la magnífica e icónica película de terror.
Hasta aquí es algo que ya sabíamos. Espera que ahora llega el giro en la historia ¿qué tiene que ver todo esto con un gigantesco transmisor de radio en Inglaterra, mensajes de la Segunda Guerra Mundial y el mismísimo Alan Turing? Pues, aunque parezca algo imposible, todo está relacionado de la forma más increíble.
Hasta aquí es algo que ya sabíamos. Espera que ahora llega el giro en la historia ¿qué tiene que ver todo esto con un gigantesco transmisor de radio en Inglaterra, mensajes de la Segunda Guerra Mundial y el mismísimo Alan Turing? Pues, aunque parezca algo imposible, todo está relacionado de la forma más increíble.
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Figura 2: Libro de "Microhistorias: anécdotas y curiosiades de la historia de la informática (y los hackers)" de Fran Ramírez y Rafel Troncoso 0xWord. |
Pero antes de seguir, recordaros que como esta y otras historias las podéis encontrar en nuestro libro de "Microhistorias: anécdotas y curiosiades de la historia de la informática (y los hackers)" , que está lleno de este tipo de anécdotas:
El estudio y la señal “fantasma”
Para grabar Tubular Bells, Mike Oldfield se encerró literalmente durante una semana en The Manor Studio, una mansión reconvertida en estudio propiedad de Richard Branson, situada en Shipton-on-Cherwell (Inglaterra). Allí, estuvo tocando los instrumentos que luego terminaron combinándose en aquella canción que ya es historia. Lo que nadie sospechaba en ese momento es que la misma instalación, con sus micrófonos y cables, estaban captando algo que no estaría precisamente relacionado con la música.
El estudio y la señal “fantasma”
Para grabar Tubular Bells, Mike Oldfield se encerró literalmente durante una semana en The Manor Studio, una mansión reconvertida en estudio propiedad de Richard Branson, situada en Shipton-on-Cherwell (Inglaterra). Allí, estuvo tocando los instrumentos que luego terminaron combinándose en aquella canción que ya es historia. Lo que nadie sospechaba en ese momento es que la misma instalación, con sus micrófonos y cables, estaban captando algo que no estaría precisamente relacionado con la música.
Figura 3: Sala de grabación de Manor Studio
Un detalle curioso es que este transmisor operaba en 16 kHz, un rango que, aunque no es audible para el oído humano como sonido, sí puede ser detectado y registrado por ciertos equipos de audio sensibles (o con un mal aislamiento). Dicho de otro modo, cualquier cable o guitarra eléctrica que funcione como una antena improvisada puede capturar esa señal de radio y transformarla en electricidad que podría quedar registrada después en una grabación.
Figura 4: Imagen de la estación Rugby en 1955
Pues justamente esto fue lo que ocurrió con Tubular Bells. En la mezcla final del disco quedó grabado, de manera imperceptible al oído, el código Morse que transmitía esta estación británica 24/7, es decir su “callsign” (indicativo de llamada, una especie de matrícula de identificación de la señal). Muchos años después, un ingeniero austriaco llamado Gerhard Kircher descubrió la señal al analizar el audio con software de espectrograma. Observó esa línea horizontal en 16 kHz y no era ruido aleatorio, era el Morse de la estación GBR de Rugby, nada más y nada menos.
La señal capturada y la conexión con Alan Turing
La señal de 16 kHz repetía algo como “VVV GBR”, que significaba:
La conexión con Alan Turing
- “VVV”: Llamada genérica en Morse, una especie de “¡Hey, atención!”
- “GBR”: Siglas de “Great Britain Rugby”
- VVV: ...- ...- ...-
- GBR: --. -... .-.
Esta era la forma de identificarse del transmisor, una “firma” repetida en bucle hasta el infinito. A lo largo de los casi 50 minutos del disco, esa señal se cuela en cada surco del vinilo (y también en cada pista del CD), quedando “incrustada” como un mensaje cifrado para quien tuviera las herramientas necesarias para leerlo.
Rugby Radio Station era parte de la red de grandes estaciones británicas, junto con otras ubicadas en Londres y en Cupar (Escocia). Esta última, en la región de Fife, también conocida como “G.P.O. Transatlantic Radiophone Station Kembeck”, se convirtió durante la Segunda Guerra Mundial en un centro de intercepción de señales enemigas para la red de espionaje llamada “Y” Service. Era el mismo entramado de escuchas que alimentaba con mensajes cifrados (con la máquina Enigma) a Bletchley Park, donde Alan Turing, junto a un equipo de genios, trabajaba para descifrar el código Enigma del ejército alemán.
Turing, (al cual le tengo total admiración), recordemos que es una figura esencial en la historia de la informática y la criptografía. Junto a su equipo, descifró las comunicaciones nazis y aceleró el final de la guerra (salvando miles de vidas). Su trabajo, además, nos dejó conceptos clave en la informática o la Inteligencia Artificial, como la máquina de Turing y la Turing-Complete, entre muchos otros.
Aún queda un giro más: cuando el terror, música y ciencia se encuentran
Así que, al final, tenemos a El Exorcista, una película de terror llevó a la fama de Tubular Bells, que es un disco que está lleno de un código Morse que, sin saberlo, conectaba con una estación de radio parte fundamental de la historia bélica y de la criptografía. Uno de esos giros casi imposible de la historia. Y hablando de giros, mientras vemos a Regan poseída “girando” la cabeza ;) esa banda sonora oculta un rastro tecnológico que conecta con Alan Turing. Esto es realmente una locura.
Pero para aumentar aún más la leyenda, el transmisor GBR se apagó definitivamente en 2003, dando paso a otras instalaciones más modernas. Sin embargo, esa “huella” quedó inmortalizada en todos y cada uno de los discos de Tubular Bells que, a su vez, sigue vendiendo (y escuchándose) copias muchos años después.
Figura 6. Alan Turing
Aún queda un giro más: cuando el terror, música y ciencia se encuentran
Así que, al final, tenemos a El Exorcista, una película de terror llevó a la fama de Tubular Bells, que es un disco que está lleno de un código Morse que, sin saberlo, conectaba con una estación de radio parte fundamental de la historia bélica y de la criptografía. Uno de esos giros casi imposible de la historia. Y hablando de giros, mientras vemos a Regan poseída “girando” la cabeza ;) esa banda sonora oculta un rastro tecnológico que conecta con Alan Turing. Esto es realmente una locura.
Pero para aumentar aún más la leyenda, el transmisor GBR se apagó definitivamente en 2003, dando paso a otras instalaciones más modernas. Sin embargo, esa “huella” quedó inmortalizada en todos y cada uno de los discos de Tubular Bells que, a su vez, sigue vendiendo (y escuchándose) copias muchos años después.
Y ojo, es muy probable que existan otros álbumes de otros artistas con esa misma “marca de agua” de radio, porque The Manor Studio y otros estudios ingleses estaban dentro del área de cobertura de Rugby. He hecho mis investigaciones y aquí tenéis algunos discos que se grabaron allí antes de que se apagara la antena y que puede que también registraran la señal, ojo a los que he seleccionado:
Un legado cifrado para la historia
No deja de ser alucinante cómo una onda electromagnética de 16 kHz haya conectado el mundo del cine de terror con una canción mítica, las transmisiones británicas de la Segunda Guerra Mundial y al genio de Alan Turing.
Figura 7: Vídeo con todo el proceso de detección y descifrado
Y es así amigos y amigas, como de forma casi mágica, el terror de El Exorcista, la música de Mike Oldfield y el genio de Alan Turing se cruzan, dejando grabado para la historia, una especie de cápsula del tiempo. Eso sí, con un encapsulado excepcional: el maravilloso disco de Tubular Bells y la película de “El Exorcista”.
- 1973: Phaedra – Tangerine Dream.
- 1978: Wavelength – Van Morrison.
- 1984: The Swing – INXS.
- 1992: Wish – The Cure.
- 1995: The Bends – Radiohead.
Un legado cifrado para la historia
No deja de ser alucinante cómo una onda electromagnética de 16 kHz haya conectado el mundo del cine de terror con una canción mítica, las transmisiones británicas de la Segunda Guerra Mundial y al genio de Alan Turing.
Figura 7: Vídeo con todo el proceso de detección y descifrado
Y es así amigos y amigas, como de forma casi mágica, el terror de El Exorcista, la música de Mike Oldfield y el genio de Alan Turing se cruzan, dejando grabado para la historia, una especie de cápsula del tiempo. Eso sí, con un encapsulado excepcional: el maravilloso disco de Tubular Bells y la película de “El Exorcista”.
Happy Hacking Hackers!!!
Autor: Fran Ramírez, es investigador de seguridad y miembro del equipo de Ideas Locas en CDO en Telefónica, co-autor del libro "Microhistorias: Anécdotas y Curiosidades de la historia de la informática (y los hackers)", del libro "Docker: SecDevOps", también de "Machine Learning aplicado a la Ciberseguridad” además del blog CyberHades. Puedes contactar con Fran Ramirez en MyPublicInbox.
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