martes, agosto 08, 2017

Pequeñas historias "De mi boca" para Hackers & Survivors

Como muchos padres y madres en el mundo moderno, cuando nació mi hija mayor, mi “Hacker”, tenía que viajar mucho. Los días que pasaba sin verla eran días malos, y cuando empezó a tomar conciencia de que su papá se iba de vez en cuando, cada vez el drama era mayor. Seguro que si te toca o te ha tocado viajar por trabajo y tienes hijos pequeños o los has tenido – que ahora ya son mayores -, sabes exactamente a qué me refiero.

Figura 1: Pequeñas historias "De mi boca" para Hackers & Survivors

Como todos en esa situación, el que peor lo pasa sin duda eres tú, y siempre te queda la sensación de culpa por “abandonarla” para irte a un viaje de trabajo, pero sabes que tienes que irte. Por supuesto, como seguro que hacéis vosotros, todos los días contactaba con ella para escuchar su voz o verla por un Skype, para recibir sus reprimendas por no estar ahí y sus peticiones disparatadas sobre los lugares en los que estuviera yo. Para escuchar sus quejas y conflictos, sus pequeñas aventuras del día o sus grandes descubrimientos. Por desgracia, muchas de ellas me las he perdido en primera persona por tener que estar de viaje.

En mi caso concreto, con mi hija mayor, comencé hace años una historia en esas llamadas y esos viajes. Desde muy pequeña se fijó en la marca que tengo en la cara. Un pequeño hoyuelo marca de haber pasado una varicela que tengo en el lado derecho de mi cara – desde ahora todo el mundo me va a buscar la marca cuando esté conmigo, seguro -. Mi pequeña Hacker la descubrió siendo niña, y cuando me preguntó por ella, le conté un cuento.

El cuento que le conté era el de Cómo el Dragón Bueno Matías salvó a Papá del Dragón Malo Juancho. En él le explicaba que la marca me la hizo el Dragón Juancho – que es de color rojo – en una pelea cuando me dio con lengua de fuego. En la historia – que prometo escribiros – el Dragón Matías, de color verde, era mi amigo porque yo le había sacado una astilla del culete, pero que antes el Dragón Juancho consiguió tocarme con su lengua de fuego, y que por eso tengo esa marca en la cara.

Ella se quedó maravillada, y noche tras noche me pedía que le contara más historias del Dragón Matías. De hecho, a partir de ese momento, cuando yo me iba de viaje, ya no lo hacía solo, me iba siempre con el Dragón Matías, que me llevaba volando sobre él a los lugares más recónditos del planeta. Y por supuesto, nos pasaban aventuras en las que teníamos que luchar con el maloso Dragón Juancho que luego yo le narraba.

Cuando llamaba por teléfono, siempre me preguntaba “Papaito, ¿Estás con Mati-itas?”. “Claro que sí, ¿Quieres hablar con él?” A ella le encantaba hablar con el Dragón Matías. Tenía largas conversaciones con él. No, por supuesto que no viajaba con ningún dragón, y con quien realmente hablaba era conmigo, pero utilizando una voz con eco, lenta y con cuasi-bostezos. Y me hacía muy feliz. Hablaba más con Matías que conmigo, y cuando llegaba a casa de un viaje, de vez en cuando el Dragón Matías le traía un regalito, que ella agradecía. Recuerdo que para que mi Hacker hablara con algún amigo mío, primero le tenía que contar la historia del Dragón Matías a mi amigo y luego enseñarle a hacer la voz de Matías.

Cuando tenía cuatro años, estaba como loca por conocer al Dragón Matías. Quería verlo sobre todas las cosas, aunque en el fondo le daba cierto miedo estar delante de todo un dragón. Pero quería conocerlo, porque era bueno. No como el Dragón Juancho. Las primeras veces le decía que vendría por la noche, y yo esperaba a que ella se quedara dormida. A la mañana siguiente le inyectaba los recuerdos contándole una historia que nunca había pasado.
"¿Te acuerdas cómo te asustaste anoche y te metiste debajo de la cama? Entró en la habitación, estabas dormida, te despertamos... y le tocaste la nariz a Mati-itas."
Tenía cuatro años y aún era fácil vivir en un mundo de fantasía en el que los dragones venían por la noche, y en el que los sueños se mezclan con la realidad, y las historias transmitidas verbalmente, con las historias vividas en la realidad. Ella se lo contaba a todos. ¡Había estado con el Dragón Matías!

Unas navidades, con el límite de la vida en el mundo de la fantasía de los niños, decidí que había que traer al Dragón Matías de verdad, así que dibujé un disfraz de dragón, con su cola y todo, y lo llevé a una tienda que hacía disfraces a mano. Tuve que ir durante varios días para hacer ver cómo quedaba la panzota amarilla, la cola larga, las manoplas con garras, y la cabeza con la nariz que dibujé. Y al final, creé al Dragón Matías.

Figura 2: Uno de los días de pruebas del disfraz del Dragón Matías. Con su cola y su relleno

Mi Hacker no se lo esperaba, pero el Dragón Matías llegó, y mi hija se asustó. Con mucho miedo se acercó al Dragón Matías que la acarició, se hizo unas fotos con ella, y se fue a cuidar a sus hijitos… ¿no os había dicho que Mati-itas se enamoró y tuvo hijos? Las noches de cuento, donde leíamos siempre algún libro, se convirtieron también en las historias del Dragón Matías, que yo tenía que contarle una y otra vez a mi “Hacker”.

Figura 3: La llegada del Dragón Matías para conocer a mi Hacker

Con la llegada de mi “Survivor”, la segunda de mis hijas, cinco años después, la historia se medio repitió. Su hermana mayor le comenzó a contar las historias de Papaito y el Dragón Matías. Las peleas con el Dragón Juancho – que le da mucho miedo a mi Survivor -, las aventuras con los Ogros , Trolls y Duendes del bosque, y fui creando una miríada de cuentos e historias que a día de hoy sigo contando a mis hijas cuando tengo la oportunidad. Historias con todo tipo de monstruos de todo tipo de formas y colores.

Mi Survivor, que es mucho más espabilada e inquieta  (solo tiene dos modos de funcionamiento: Dormida y ¡A Tope!, no tiene regulador de potencia) disfruta mucho de los cuentos. De todos ellos, de los de libros con dibujos y de los míos. Así que, después de leerla uno, donde utilizó unos marionetas con forma de animales que se ponen en el dedo y que venden en el IKEA para animar la historia, ella intenta alargar el momento con un cuento extra. Un cuento extra que ella denomina “De tu boca, Papaete”.

Figura 4: Las marionetas de dedo que uso para contar los cuentos a mi Survivor

“Papaete, ahora un cuento de tu boca”. Sí, la mayor me llamaba Papaíto, la pequeña me llama Papaete. Con esa expresión ella me solicita que me invente una nueva historia. Que le cuente una nueva aventura ahí con ella, mientras olfatea su muñeco de apoyo y me mira atenta. Y yo me invento una, o le cuento una historia que ya he inventado antes. Más larga o más corta dependiendo de las circunstancias del día.

Con los años, el número de personas que he ido metiendo en este universo de cuentos “De mi boca” es enorme. El Dragón Matías y el Dragón Juancho fueron los primeros, pero después llegarían el Bicho Arteche que es un enano que tiene mala leche, Serpentina – la serpiente que es un calcetín que sisea y se come los pies de las niñas que huelen a queso -, el Tiburón Papaete, Darwing “el Barbudo” que es un Troll "atontao" que no sabe leer ni escribir porque comía setas malas -, el príncipe Rapidín, las princesa Chiquitina que era tan pequeña, tan pequeña que se bañaba en un vaso de agua y su papá casi se la bebe, su hermana Cassandra (que los días que se porta mal la llaman Pedorrina) que es princesa de las Amazonas, la bebé Asmara que aún no sabe llorar, el Gigante de los juguetes que se lleva todos aquellos muñecos y juegos de los niños cuando no saben que los tienen y cómo se llaman, la Madastra Gineta que parecía buena pero que es mala, mala, el Cocodrilo Narigudo, el Cangrejo Julio Alberto, el Conde de Bentacort, que es malo, malo, malo y muy amigo del Dragón Juancho, etcétera.

Historias, que como padre que soy me toca inventar para hacer más felices a mis Hacker y Survivor los días que puedo disfrutar con ellas del momento de leer un cuento “De mi boca”. Historias que luego completamos dibujando. Pintando los monstruos que salen en los cuentos, dibujando al Dragón Matías, o las cosas que van apareciendo en las historias.

Figura 5: Monstruos que dibujo para ellas y que luego coloreamos

Y no quiero que se pierdan en el polvo del tiempo.

Aprovechando los pocos ratos que tengo libres, hace tiempo que intento escribir cosas.  Escribir me ayuda a meterme en un universo distinto. Y cuando lo hago con estos personajes, es como meterse en el universo de fantasia de mis hijas donde los malos son malos, los buenos son buenos, y es más fácil todo que el mundo real donde algunas personas que parecen buenas pueden convertirse en muy malas en una semana y sin pestañear.

Me permite evadirme un rato del día a día. Todos esos escritos que tengo no publicados son cosas que algún día se convertirán en un libro sobre mis vivencias y aventuras. De mis aventuras personales desde que era pequeño he escrito ya una buena cantidad, y otras muchas están en este blog. Pero tampoco quiero que se pierdan todas estas historias que he ido creando para ellas, que no son vivencias reales, pero son parte nuestra. Quiero que las tengan, y que un día las puedan leer, o contárselas a sus hij@s.

Y como me gustan, he decidido compartir alguna de ellas con vosotros por aquí. En mi blog. En este lugar que es una parte muy importante de mí, y que los que me conocen bien y saben leer entre líneas saben que tiene mucho más de mí de lo que dice.

Todas estas publicaciones en forma de cuento con personajes "inventados", son historias “De mi boca”, pensadas para entretener a mis niñas, al mismo tiempo que mezclan parte de verdad, de mentira, de ilusión, de magia, de amor, y de mis propias vivencias personales.

Si un día abrís este blog y encontráis un texto en el que protagonista es el Dragón Matías luchando contra el maloso Dragón Juancho, o a Karenina dando sartenazos a los guardias del Conde de Betancort a diestro y siniestro, ya sabéis por qué son. No perdáis el tiempo en leerlos si no son de vuestro interés. Son solo las invenciones de un padre que intenta hacer más felices a sus hijas todo lo que puede.

Saludos Malignos!

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Que Padrazo eres eres Chema. Ojala algún día pueda tener hijos y disfrutarlos tanto como tu. Pero las circunstancias de la vida a veces no nos permite poder realizarnos como padres o en un trabajo que nos pueda permitir serlo.

Un saludo maligno.

Unknown dijo...

Anda, los hackers también son humanos xD. Me gustaría poder leer alguna de esas historias algún día.
Saludos hacker.

Joaquin valle dijo...

yo antes les contaba las aventuras del garbanzo ataulfo, aunque la tecnologia que yo tanto amo, no les ayuda a socializarse, ahora con la informacion, ataulfo, yace en un cajon del salon.

Unknown dijo...

Mágico y genial chema, crear y nutrir mundos paralelos, donde esas distancias geográficas pierden trascendencia gracias a esa conexión entre sueño, y realidad, ese realismo mágico que nos alimenta en momentos buenos y malos, muy bonita historia, y que ingenio para crear no solo los personajes sino ese mundo que habitan! dan ganas de saber más de estas historias , gracias por compartir.

Saludos!

Unknown dijo...

Creo que Matias se entendería bien con nuestro histo-perro Dogui, su esposa Doga y sus 5 hijos: Dado, Dedo, dido, dodo y dudu.

Mordorito dijo...

Yo soy primerizo y aúnque aún es pequeña ya disfruto entrando en su mundo de fantasía... Gracias por compartir esto Chema! A veces parece sino que el mundo es solo trabajo!

Khepper dijo...

Me emociona leer historias como esta que no solo te hacen más humano, si no que a los que te leemos y no nos conoces de nada, haces que te conozcamos más, que te veamos más próximo.

También vemos como afrontas esos problemas cotidianos con que todos los padres tenemos que lidiar a diario

Espero con ansias leer de vez en cuando alguna de esas historias, del mismo modo que me gusta de vez en cuando leer uno de estos posts escritos para los lectores casi anónimos pero asiduos que no tienen que ver solo con tecnología, hacking, programación y tantas cosas que, en ocasiones, nos hace parecer menos humanos de lo que realidad somos

Unknown dijo...

Wow, fantástico, espero y cuando tenga hijos tenga tanta imaginación y poder pasar con ellos momentos tan maravillosos.
Es admirable que pases momentos así con tus hackers

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