Mañana es Nochebuena, y hoy os quiero traer un cuento que les narro a los niños sobre la Torre del Reloj del edificio de Telefónica en Gran Vía 28. Si subes allí, podrás ver que hay una sala con una única conexión de fibra que llega en un cable de color amarillo. Esta es la historia que yo le conté a Mi Hacker y Mi Survivor la primera vez que subí con ellas. Espero que os guste.
Os dejo aquí otras historias que les cuento a Hacker & Survivor:
Saludos Malignos!
El cuento de Papá Noel y el niño de la Torre del Reloj de Telefónica
En la Torre del Reloj de Telefónica hay un guardia de seguridad. Siempre. Un vigilante que tiene la responsabilidad de que no se corte una línea de comunicaciones muy especial. Es la única que hay allí. Es un cable amarillo con una conexión en el medio de la sala. No hay nada más allí que esta conexión y las salidas al balcón de la Torre del Reloj del edificio de Telefónica en la Gran Vía de Madrid. Es un cable que conecta con un único rincón del mundo. Es la conexión que va hasta la casa de Papá Noel.
Desde el nacimiento del teléfono, la Compañía Telefónica Nacional de España ha tenido que cuidar con mucho cuidado esa conexión, para que Papá Noel pudiera recibir llamadas de muchos niños de toda España, pero también para que los elfos que vigilan cómo se portan durante todo el año puedan informar de las cosas buenas y las no tan buenas que hacen a lo largo de todo el año.
Con la llegada de Internet, los ingenieros de red de Telefónica de España se encargaron de tirar una línea de fibra óptica hasta el Polo Norte para que a Papá Noel le pudieran llegar las cartas por e-mail, o por vídeo conferencia. Por eso se puede utilizar el e-mail hoy en día para escribir la lista de deseos.
Es una línea muy especial. Una de color amarillo. Si subes a la planta doce y encuentras las escaleras que suben hasta la torre la verás allí, en el medio de la sala. Parpadeando a toda velocidad enviando cartas a Papá Noel que los elfos procesan y convierten en paquetes de regalo que van metiendo en el saco mágico a toda velocidad.
Pero está custodiada. Un grupo de valerosos guardias de seguridad se encargan de que nadie toque ese cable. Lo vigilan todos los días. Y cada semana abren a los ingenieros de red de la Compañía Telefónica de España que vienen a revisar que todo está correcto. Papá Noel está conectado todo el año.
Pero además, el cuerpo de vigilantes de la Torre del Reloj del edificio de Telefónica en la Gran Vía tiene otra misión muy importante. Es una misión que tienen que realizar durante el día 24 de Diciembre de forma constante. Tienen que estar seguros de que ningún niño se esconde en el balcón de la Torre del Reloj. Porque así se lo pidió Papá Noel a un niño.
Y es que cuenta la historia que hace muchos, muchos, muchos, muchos años, un niño se escondió allí. Había subido en una visita del colegio a ver las vistas de la preciosa Ciudad de Madrid desde la Torre del Reloj del Edificio Telefónica, y se dio cuenta de que se veían tooooodas, todas, todas, toooodas las terrazas y azoteas de la ciudad. Los tejados, las chimeneas, todo. Y es que el edificio de Telefónica fue el primer rascacielos en el año 1930 no solo de España, sino de gran parte de Europa.
El niño se dio cuenta de que Papá Noel tendría que entregar los regalos durante la Nochebuena entrando por las chimeneas, por las terrazas, por los tejados de los pisos, y que desde ahí lo podría ver. Y se escondió allí.
Entonces no había ningún vigilante durante esa noche, y el niño esperó y esperó y esperó hasta que se hizo la noche en Madrid. El niño se quedó allí escondido. Aguardando hasta que llegara Papá Noel. Y lo consiguió. De repente vio cómo llegaba el trineo tirado por Rodolfo, Estrella, Cometa, Brioso, Cupido, y todos los demás renos que preceden la llegada del Papá Noel. Llegó como siempre, a la velocidad del rayo y dejando una estela mágica. Y el niño vio cómo el trineo se paraba en los tejados de las casas de la Villa de Madrid para que Papá Noel, asistido por sus elfos, fuera entrando en todas las viviendas y colocando los regalos de todos los niños de Madrid.
Dicen los que han oído la historia de su boca, que el niño se quedo absorto mirando cómo Papá Noel entraba y salía de sus casas. Y después de unos minutos, lo vio irse. El niño estaba feliz. Contento. Había visto a Papá Noel. Y no había pensado en nada más. Pero cuando volvió a su casa, se dio cuenta de una cosa que lo puso triste. Papá Noel no le había dejado ningún regalo. Solo una carta. Nada de lo que había pedido antes él como regalo. Una carta que cuando la leyó se deshizo en polvo mágico entre sus dedos.
Papá Noel lo había descubierto escondido, y en lugar de dejarle los regalos que había pedido, le dejó una responsabilidad. Le había puesto una misión que debería cumplir a lo largo de su vida. La de conseguir que ningún niño descubriera más a Papá Noel trabajando en la Villa de Madrid, para que no se quedara sin regalos, como le había pasado a él.
No sé sabe bien desde cuándo, ni quién dio la orden concreta, pero dicen que ese niño se tomó muy en serio su responsabilidad y estudió. Estudió Telecomunicaciones, y consiguió entrar en la Compañía Telefónica de España, y desde ahí logró tener un puesto de responsabilidad muy alto que le permitió cumplir su misión. La de que ningún niño se quede a ver a Papá Noel trabajar en la Villa de Madrid.
Por eso, el cuerpo de vigilantes de la Torre del Reloj del Edificio Telefónica de la Gran Vía madrileña tiene dos misiones durante todo el año. La primera, que el cable amarillo que conecta Madrid con la casa de Papá Noel esté siempre en buen estado. La segunda, que no haya ningún niño en la Torre del Reloj la Nochebuena.
Algunos dicen que aquel niño se convirtió en Presidente de Telefónica de España, y que esta historia, a día de hoy, se cuenta a cada nuevo presidente de la compañía, para que sigua cuidando de que ningún niño se esconda allí. Y Papá Noel lo sabe. Por eso, se cuentan al oido los que allí trabajan esa noche, que cuando es Nochebuena en Madrid, el trineo del que tira Rodolfo el Reno, se aparca encima del la Torre del Reloj del edificio de Telefónica.
FIN.
Figura 1: El cuento de Papá Noel y el niño de la Torre del Reloj de Telefónica |
- El Gigante de los Juguetes
- El cuento de La Hormiga Valiente
- El cuento de Serpentina y los quesos olorosos
- El cuento del bateria suplente de los GooGooDollsSon historias para niñas que yo cuento de mi boca, así que si ya has perdido el espíritu de ser un niño no es para ti.
Saludos Malignos!
El cuento de Papá Noel y el niño de la Torre del Reloj de Telefónica
En la Torre del Reloj de Telefónica hay un guardia de seguridad. Siempre. Un vigilante que tiene la responsabilidad de que no se corte una línea de comunicaciones muy especial. Es la única que hay allí. Es un cable amarillo con una conexión en el medio de la sala. No hay nada más allí que esta conexión y las salidas al balcón de la Torre del Reloj del edificio de Telefónica en la Gran Vía de Madrid. Es un cable que conecta con un único rincón del mundo. Es la conexión que va hasta la casa de Papá Noel.
Desde el nacimiento del teléfono, la Compañía Telefónica Nacional de España ha tenido que cuidar con mucho cuidado esa conexión, para que Papá Noel pudiera recibir llamadas de muchos niños de toda España, pero también para que los elfos que vigilan cómo se portan durante todo el año puedan informar de las cosas buenas y las no tan buenas que hacen a lo largo de todo el año.
Con la llegada de Internet, los ingenieros de red de Telefónica de España se encargaron de tirar una línea de fibra óptica hasta el Polo Norte para que a Papá Noel le pudieran llegar las cartas por e-mail, o por vídeo conferencia. Por eso se puede utilizar el e-mail hoy en día para escribir la lista de deseos.
Es una línea muy especial. Una de color amarillo. Si subes a la planta doce y encuentras las escaleras que suben hasta la torre la verás allí, en el medio de la sala. Parpadeando a toda velocidad enviando cartas a Papá Noel que los elfos procesan y convierten en paquetes de regalo que van metiendo en el saco mágico a toda velocidad.
Pero está custodiada. Un grupo de valerosos guardias de seguridad se encargan de que nadie toque ese cable. Lo vigilan todos los días. Y cada semana abren a los ingenieros de red de la Compañía Telefónica de España que vienen a revisar que todo está correcto. Papá Noel está conectado todo el año.
Pero además, el cuerpo de vigilantes de la Torre del Reloj del edificio de Telefónica en la Gran Vía tiene otra misión muy importante. Es una misión que tienen que realizar durante el día 24 de Diciembre de forma constante. Tienen que estar seguros de que ningún niño se esconde en el balcón de la Torre del Reloj. Porque así se lo pidió Papá Noel a un niño.
Y es que cuenta la historia que hace muchos, muchos, muchos, muchos años, un niño se escondió allí. Había subido en una visita del colegio a ver las vistas de la preciosa Ciudad de Madrid desde la Torre del Reloj del Edificio Telefónica, y se dio cuenta de que se veían tooooodas, todas, todas, toooodas las terrazas y azoteas de la ciudad. Los tejados, las chimeneas, todo. Y es que el edificio de Telefónica fue el primer rascacielos en el año 1930 no solo de España, sino de gran parte de Europa.
El niño se dio cuenta de que Papá Noel tendría que entregar los regalos durante la Nochebuena entrando por las chimeneas, por las terrazas, por los tejados de los pisos, y que desde ahí lo podría ver. Y se escondió allí.
Entonces no había ningún vigilante durante esa noche, y el niño esperó y esperó y esperó hasta que se hizo la noche en Madrid. El niño se quedó allí escondido. Aguardando hasta que llegara Papá Noel. Y lo consiguió. De repente vio cómo llegaba el trineo tirado por Rodolfo, Estrella, Cometa, Brioso, Cupido, y todos los demás renos que preceden la llegada del Papá Noel. Llegó como siempre, a la velocidad del rayo y dejando una estela mágica. Y el niño vio cómo el trineo se paraba en los tejados de las casas de la Villa de Madrid para que Papá Noel, asistido por sus elfos, fuera entrando en todas las viviendas y colocando los regalos de todos los niños de Madrid.
Dicen los que han oído la historia de su boca, que el niño se quedo absorto mirando cómo Papá Noel entraba y salía de sus casas. Y después de unos minutos, lo vio irse. El niño estaba feliz. Contento. Había visto a Papá Noel. Y no había pensado en nada más. Pero cuando volvió a su casa, se dio cuenta de una cosa que lo puso triste. Papá Noel no le había dejado ningún regalo. Solo una carta. Nada de lo que había pedido antes él como regalo. Una carta que cuando la leyó se deshizo en polvo mágico entre sus dedos.
Papá Noel lo había descubierto escondido, y en lugar de dejarle los regalos que había pedido, le dejó una responsabilidad. Le había puesto una misión que debería cumplir a lo largo de su vida. La de conseguir que ningún niño descubriera más a Papá Noel trabajando en la Villa de Madrid, para que no se quedara sin regalos, como le había pasado a él.
No sé sabe bien desde cuándo, ni quién dio la orden concreta, pero dicen que ese niño se tomó muy en serio su responsabilidad y estudió. Estudió Telecomunicaciones, y consiguió entrar en la Compañía Telefónica de España, y desde ahí logró tener un puesto de responsabilidad muy alto que le permitió cumplir su misión. La de que ningún niño se quede a ver a Papá Noel trabajar en la Villa de Madrid.
Por eso, el cuerpo de vigilantes de la Torre del Reloj del Edificio Telefónica de la Gran Vía madrileña tiene dos misiones durante todo el año. La primera, que el cable amarillo que conecta Madrid con la casa de Papá Noel esté siempre en buen estado. La segunda, que no haya ningún niño en la Torre del Reloj la Nochebuena.
Algunos dicen que aquel niño se convirtió en Presidente de Telefónica de España, y que esta historia, a día de hoy, se cuenta a cada nuevo presidente de la compañía, para que sigua cuidando de que ningún niño se esconda allí. Y Papá Noel lo sabe. Por eso, se cuentan al oido los que allí trabajan esa noche, que cuando es Nochebuena en Madrid, el trineo del que tira Rodolfo el Reno, se aparca encima del la Torre del Reloj del edificio de Telefónica.
FIN.
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