martes, febrero 12, 2019

Mi Survivor thinking “outside the box”

Pensar cómo resolver un problema evitando las limitaciones existentes en el camino marcado es siempre una herramienta poderosa en la vida. Desarrollar esta habilidad es algo que se busca en las personas que tienen puestos de responsabilidad de cualquier tipo en una empresa. Es algo que se puede desarrollar desde muy pequeño y ayuda no sólo en el mundo profesional, sino también en el día a día de la vida.

Figura 1: Mi Survivor thinking “outside the box”

Y hay muchas maneras de expresar esta forma de actuar. El pensar “Outside the box”, el Pensamiento lateral para resolver problemas de una forma imaginativa, o el no permitir que los árboles te impidan ver el bosque son expresiones diferentes de referirse a esta idea de resolver problemas con naturalidad y de una manera sorprendente. Mi favorita es una frase de una serie en la que se decía algo como:
If you don´t like how the table is set, turn over the table”
Es decir, si no te gusta como están repartidas las cartas en el tapete, da la vuelta a la mesa. Y con mis amigos suelo comentar mucho sobre cómo resolver problemas, y mi visión es que si te encuentras un árbol en mitad del camino, échate un paso atrás, mira el bosque, y busca otra ruta para llegar al mismo destino u otro destino con el mismo, o con mejor, objetivo. Pensar y analizar el problema con otros ángulos te va a ayudar. No te ciegues en cortar el árbol, a veces es más fácil rodearlo o cambiar el objetivo para llegar más arriba.

Y aún así, me sorprende Mi Survivor y sus formas de resolver las situaciones – grandes y pequeñas – en que la vida le pone a tomar decisiones. Son pequeños momentos en que tiene un conflicto de su edad y los resuelve de formas que a mí me dejan totalmente sorprendido. Y como ya tiene una buena cantidad de ellos en mi memoria, os voy a dejar la lista de los que más me impactan para que queden para siempre.

La división de los Lacasitos

Supongo que todos conocéis esos dulces de chocolate y colores llamados Lacasitos. Unos manjares por los que los niños pueden matarse en un mal día. Tienen además la gracia de que suele haber más de uno o dos, y cuando hay varios niños la repartición siempre es un problema.

En este caso, Mi Survivor se había estado poniendo hasta arriba con los Lacasitos casi sin dejar comer ninguno al resto de los niños, en especial a su primo. En ese momento, cuando ya casi no quedaban, cogió los últimos de un zarpazo y su primo – que iba de uno en uno – se quedó con la cara esa de “voy a llorar como si no hubiera mañana”. Yo, que estaba de adulto al mando de la operación niños, antes de que Mi Survivor se metiera todo el dulce manjar de colores en su boca ya abierta cual tiburón dije:
- “¡Quieta ahí!, ¡reparte esos Lacasitos con tu primo!”.
Y ella abrió la mano. Y el problema se alzó sobre nosotros. Había exactamente 3 Lacasitos. Y por supuesto las divisiones de 3 entre 2 aún estaban lejos de poder pasar por su cabeza. Así que me miró, miró los Lacasitos en la palma de su mano, uso su cerebro con el motor de razonamiento práctico aplicado y actuó. Todo en menos de un par de segundos. Así que Mi Survivor cogió un Lacasito, se lo comió, y con los dos que le quedaban dijo:
- “Uno pa ti, oto pa mí”.
Y le dio uno a su primo mientras me enseñaba el otro. No se quedó en parálisis por análisis, ni se bloqueó en la toma de decisiones. Llegó a la conclusión de que no eran divisibles si eran tres los Lacasitos y quitó uno de la ecuación de la mejor forma que se le ocurrió. Mi Survivor tenía menos de tres años.

La primera de la fila

Para que entendáis el tipo de cosas que hace Mi Survivor en su día a día para conseguir sus objetivos, os voy a contar esta anécdota con el sistema de filas que hacían en su clase cuando ella tenía cuatro años.

En su colegio el sistema pasaba por hacer una cola a diferentes horas del día para ir al baño, beber agua, vestirse para ir al patio, a clase de psicomotricidad, educación física, etcétera. Y ella se sabía todos los horarios para estar siempre cerca de la puerta a la hora justa y ser la primera.

Pero para que no siempre fuera la primera establecieron que cada día sería el “Ayudante de la profesora” el que iría el primero. Así, otros niños podrían ser también los primeros de la fila. Este hecho hizo que Mi Survivor, cuando entraba todos los días al aula, lo primero que hacía era ver si era ella la “Ayudante” ese día. Si era ella, todo iba bien y además lo celebraba. Si no, localizaba con vista radar al “Ayudante” del día en clase. A partir de ese momento cuando llegaba el momento de hacer la cola ella, casualmente, estaba siempre cerca de él. ¿Por qué?

Pues porque la fila siempre que se hace es de dos niños que se dan la mano (hace que la fila sea más corta, más ordenada, más fácil de contar, se puedan ayudar unos a otros y hay más control entre ellos mismos), así que cuando llegaba la hora de una actividad que requería cola, Mi Survivor vigilaba al “Ayudante” para darle la mano en cuanto tocase hacer la fila. Y siempre iba la primera, esta vez por haber encontrado al "Ayudante" la primera.

Así que, una vez más, cambiaron las normas y exigieron que cada cola los niños dieran la mano a un niño nuevo. Este hecho hizo que ella no pudiera ir siempre la primera, pero se las apañó para ir en el primer o segundo grupo de niños todas las veces. Y la profesora volvió a cambiar las normas.

Os cuento todo esto, porque es tal y como me lo contó la profesora a mí en la última tutoría del curso pasado. Llegados a esta parte de la narración yo no veía hasta el momento nada punible en el comportamiento de Mi Survivor. Pero se ve que, para premiar a todo el mundo con ir los primeros en la fila, decidieron hacer algo nuevo. A partir de ese momento la profesora se fijaba antes de salir si Mi Survivor era la primera o no en la fila.

Para que os hagáis una idea de cómo funciona este proceso, tenéis que tener en mente que la fila se hace en el pasillo – fuera de clase – y que las clases tienen dos puertas. Así que, si la profesora veía salir a Mi Survivor por la puerta de adelante, ella salía por la de atrás y se llevaba la fila por e final. Y así consiguió que Mi Survivor no fuera la primera… temporalmente.

He de decir que yo me sentí mal con esto. Si Mi Survivor estaba aprendiendo cómo funciona el sistema y buscándose las mañas para ser la primera, al final estaba beneficiando al equipo, ya que no estaba generando ningún retraso y estaba trabajando su capacidad de resolver problemas para conseguir sus ejercicios.

Al final, qué queréis que os diga, a partir de ese día cada vez que conseguía ser la primera le ponía una carita sonriente en su álbum de caritas que luego podía canjear por premios de papaete. Yo me sentía orgulloso de ella cuando hacía esas cosas y planteábamos estrategias conjuntas, como por ejemplo salir por la puerta de adelante e irse al final de la cola para ser la primera… por el final. Tenía solo cuatro años.

La conversión de las restas

Intento hacer deberes con Mi Hacker y Mi Survivor cuando puedo. Siempre me ha gustado, la verdad. Fue acabar mi doctorado y engancharme a una segunda vuelta con Mi Hacker, y ahora también con Mi Survivor. Son totalmente distintas a la hora de hacer deberes. La mayor, que se parece más a mí, puede estar concentrada y trabajando en silencio durante más tiempo.

La pequeña – Mi Survivor – es distinta. Hace las cosas a la velocidad del rayo y está interesada más en resolver los problemas para poder continuar con su ajetreada y atareada vida de jugar con sus cosas, que en aprender nada. Así que busca siempre que me quede contento e irse cuanto antes. Y estamos con las matemáticas. Y yo le pongo sumas y restas. De varias cifras, de pocas, fáciles y más difíciles. Por supuesto, ella intenta incentivarme para que le ponga cosas fáciles diciendome:

 “Uno más uno, papaete” o “dos más dos, venga, que no me lo sé”.

Pidiéndome cosas tan fáciles intenta que no le ponga un 48 + 9 o cosas así, pero como la conozco, yo pongo lo que veo que hace en clase.

Hace unos días le puse su hoja de deberes de matemáticas con sumas y restas para que las resolviera. Al cabo de unos cuatro o cinco minutos, me devolvió la hoja con todas las operaciones hechas. Yo revisé todas las operaciones y estaban correctas, así que le dije: “Muy Bien”.

Ella me contestó: “¿Me puedo ir ya a a jugar?”. Y yo la autoricé con un: “¿No quieres hacer más deberes?”. Pregunta retórica de respuesta conocida.

Después de que se fuera me quedé reflexionando sobre lo rápido que hacía los deberes con tal de irse a jugar, y empecé a ver las cuentas otra vez para comprobar que estaba todo bien. Pero de repente, algo saltó en mi cabeza. Todas las operaciones estaban perfectas, pero, de alguna forma, no había restas. ¿Estaría yo loco? Recordaba haber puesto restas. Y entonces lo vi y llamé a Mi Survivor con el tono de voz de los que se han dado cuenta de que se la han colado.
- "¡Ven otra vez aquí que algo no me cuadra!".
Ella llegó corriendo y me miró. Yo le dije:
- “¿Has puesto un palito vertical en todas las operaciones de resta y las has convertido en sumas?”. 
Ella subió los hombros como si eso no fuera importante y me respondió:
- “Es que no quería hacer restas.”
Y se fue corriendo y riendo a jugar. ¿Qué hago? ¿La castigo o la premio? Al final, el que eligió el signo de la resta como la mitad del signo de la suma no pensó en el “Palito Injection”. Es como cuando yo hacía mis SQL Injection, el creador del signo de la resta no hizo bien el los Evil User Cases. Mal por el Threat Modelling de la representación de la resta. Deberían haber aplicado SecDevOps.

La multiplicación del jamón serrano

Mi Survivor, que de pequeña pasó muchos malos momentos por culpa de un sistema digestivo muy inmaduro de bebé, decidió que a la vida había que sacarle partido. Así que le gustan todas las cosas ricas, y el jamón serrano del bueno le vuelve loca. Pero comer no es algo que disfrute en demasía. No por la comida, sino por el acto de estar sentada durante unos minutos tranquila en la silla. Así que intenta comer siempre rápido para poder volver a su tarea de abollar el mundo.

Hace poco, había un plato de jamón que se había cortado para ella y decidió que el tiempo que había pasado en la silla era demasiado. Así que dio por concluido su trabajo de comer. Pero quedaban tres trozos de jamón. Yo, como papaete que dicta las normas le dije:
- “Cómete todo antes de poder levantarte.”
Si conocieras a Mi Survivor sabrías que eso no funciona. Lleva la negociación en la sangre. Primero intentó no comerse ninguno, y cual vendedor de un bazar en Túnez, conseguimos cerrar una negociación aceptable para los dos. Ella se comería dos trozos y yo me comería uno. Así que me comí el mío.

De repente Mi Survivor me enseñó dos trozos de jamón – uno en cada mano – y los engulló cual T-Rex para salir a la velocidad de un Velociraptor. Era lo que quería. Pero… cuando miré el plato quedaba un trozo de jamón serrano del bueno. ¿Cómo era posible esto?

Me quedé reflexionando sobre el problema, tal y como hago cuando intento descubrir los trucos de los ilusionistas en el escenario, y de repente me di cuenta de la trampa. Fui a por ella y la acorralé con una pregunta directa:
- “A ver, tú te has comido dos trozos de jamón, pero realmente era uno del plato que has cortado con la mano en dos, ¿verdad?”.
Ella me echó una sonrisilla pícara, me dio un besito y salió corriendo mientras decía:
- “¡Era muy grande, papaete!!!!!!!”.
Al final yo me comí dos trozos del plato y ella dos trozos de un trozo. Owned!

La suma y resta de actividades por la división del tiempo de comida

Mi Survivor va al comedor, pero como hay tiempo de sobra entre las clases de la tarde y las de la mañana, asiste a una clase extraescolar que tiene lugar al medio día. El objetivo por el que va, es  para que esté en clase en lugar de fuera en el patio los días que hace frío.

Las actividades extraescolares que tiene se reparten en tres categorías: Algo artístico, algo tecnológico y algo deportivo. Pero con Mi Surivor no encajan. Ella quiere hacer como actividad algo que sea "jugar a lo que me dé la gana". Y por eso fue diciendo a sus compañeras de clase que se iba a borrar de la actividad extraescolar de la hora de la comida.

La profesora me lo comunicó. Me preguntó si era verdad que la iba a desapuntar. Os podéis imaginar la cara de no enterado de nada que se me quedó cuando me dijo eso. Y me fui a por la planificadora de todo. Hablé con Mi Survivor seriamente y le dije:
- “Tú no te vas a borrar de nada. Cuando la profesora venga a por ti a la hora de la comida te vas con ella a la clase y listo”. 
Ella me miró, asintió, y dijo:
-  “Vale, vale, papaete. Vale, vale, vale.”
Siempre que no le interesa algo que le digo y me ve serio pone cara de buena y me dice: “Vale, vale”. Debía haberme dado cuenta en ese momento que algo no iba a salir bien. Pero me fui tan contento pues había demostrado a la profesora quién pone las normas. Pero...

Al mes nos enteramos de que no ha ido a ninguna clase extraescolar del medio día. Me enfadé. ¿Cómo era posible? ¿Había desobedecido mis normas? Haciéndome cruces me fui a por ella. ¿Mi Survivor haciendo “pellas” y no yendo a clase? Inaceptable. Así que la puse en frente de mí y le dije:
- “¿No te quedó claro que te tenías que ir a la clase cuando viniera la profesora?”
Y ella me contestó:
- “Nunca viene nadie a por mí”.
Os podéis imaginar. Me sentí fatal. ¿Mi niñita sola y nadie iba a buscarla?. Había que hablar con el centro. ¿Cómo es que nadie va a buscar a mi pobre hijita para ir a clase? Pobre, seguro que estaría triste y desamparada ese rato sin poder ir a clase.

Pues no, la realidad, después de hablar con el centro, es que la profesora iba a buscar a todos los niños al comedor cinco minutos antes de que acabara la hora de la comida. Algo que Mi Survivor sabía perfectamente, y a menos diez se iba con sus amigas a toda velocidad al patio para jugar. ¿Había ido la profesora a buscarla a un patio que tiene el tamaño de tres campos de fútbol? No. Mi Survivor tenía razón. ¿Había incumplido mi orden? Pues tampoco… Al menos la letra. Pero esta vez sí que se comió un castigo de los gordos.


Al final, todas estas cosas que hace Mi Survivor no dejan de sorprenderme. Yo no era ni parecido a cómo es ella, y por eso aún me sorprende mucho más. Hace cosas que me descoloca y me deja fuera de juego. Aún así, me maravilla cómo se busca las mañas para resolver los "problemas" que le interesa resolver de una manera totalmente imaginativa y que yo no había pensado antes. Con ella, las normas no son tan estrictas, y los límites que yo creo que existen no son tales. Me va a dar cada dolor de gorro en el futuro....

Saludos Malignos!

3 comentarios:

Futbol es estado puro dijo...

A chema se le cae la baba jajaja. Que grande!

MacDavides dijo...

Menudo padrazo eres... no sé como lo haces.
Tengo tres hijos pequeños y siempre voy justo de tiempo para hacer los "Basics" de casa, tareas, compras, juegos, problemas...y eso que tengo reduccion de jornada. Que mal me haces sentir :) debe de ser que soy poco planificador del tiempo. Además siempre llevas puesta la capa de superheroe para sacar adelante todas tus tareas y planificaciones y ademas de manera eficiente, imaginativa, resolutiva, efectiva y victoriosa...: Que envidia.
Pero es que además tienes unas hijas maravillosas que te plantean y resuelven problemas por si mismas, son autosuficientes, y que tampoco pierden el tiempo en llorar, enfadarse, enfrentarse, provocar, gritar, tirar, desordenar, ensuciar, alborotar, pegarse...: Que suerte.
Aunque la suerte no existe, como decia un golfista "Cuanto mas entreno, mas suerte tengo".
Un saludo Maligno, pero ante tanta perfeccion vital hay veces que me frustro porque "no me da la vida" y lloro por dentro e incluso a veces tambien por fuera ;)

Noxam dijo...

Vamos que esto lo leí en febrero pero es que apurado ni lo comente , tampoco es que tenga hijos pero en ese momento esa frase "Outside the box" me vino de maravilla, y tu Survivor ejemplifico de una manera muy clara y certera ese concepto. A veces tienes la respuesta en frente pero un simple banner te bloquea toda tu ventana al explorador.
Saludos Chema

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