A veces el amanecer rojizo me ciega los ojos. A veces el negro café me enciende el corazón. A veces el silencio llena mi día. Son despertares distintos. Lentos. Tranquilos. Salteados con la soledad de las ausencias. Son momentos en los que la vida no es más que eso. Un sorbo amargo de café sin azúcar. Una mirada al rojo rayo que atraviesa mi pupila. Que borra tu recuerdo. Que me deja sin verte. Sólo una luz blanca que se mete dentro de mi cerebro.
A veces hay ruido. Mucho ruido. Me rodea. Gente que dice mi nombre. Que se acerca y me pide una foto. A veces son palmadas en la espalda. Risas. A veces tensión entre el bullicio. Un micrófono que cuelga de mi camiseta. De esa de superhéroes. A veces son muchas miradas que me ven. Muchos ojos que no veo cegado por la luz del foco. Que me deja sin verte. Sólo luz blanca que se mete dentro de mi cerebro.
A veces el mundo no existe. Floto en un mundo imaginario. Cuando sueño con cosas que no conozco. A veces te busco. Pero ando en círculos en un suelo que no siento. No se oye nada. Pero tampoco hay ruido. Ni silencio. Son nervios corriendo por mi estómago como una espiral de pinchos que me desgarran. Giros en la cama entre sudor. Entre las sábanas de un hotel. En soledad. Botando en sueños. Revolviéndome nervioso en la cama. Y el mundo de mis sueños se quema como una foto en llamas. Solo hay una luz fuerte del fuego. Que me deja sin verte. Sólo luz blanca dentro de mi cerebro.
A veces estás ahí. Te veo. Me ves. Nos cruzamos en la vida. Casi percibo cómo giras tu cabeza. Nos cruzamos en sentido figurado. En sentido real. En vertical y en horizontal. Este y Oeste. Norte y Sur. Nos vemos sin mirarnos. Nos miramos sin vernos. No se oye nada entre nosotros. Solo un vació que estalla en mi corazón. Que lo rompe en mil pedazos. Como un fuego artificial que explota dentro de mí. Que me ciega. Que me deja sin verte. Sólo luz blanca dentro de mi cerebro.
Saludos Malignos!
Figura 1: Musa de las letras |
A veces hay ruido. Mucho ruido. Me rodea. Gente que dice mi nombre. Que se acerca y me pide una foto. A veces son palmadas en la espalda. Risas. A veces tensión entre el bullicio. Un micrófono que cuelga de mi camiseta. De esa de superhéroes. A veces son muchas miradas que me ven. Muchos ojos que no veo cegado por la luz del foco. Que me deja sin verte. Sólo luz blanca que se mete dentro de mi cerebro.
A veces el mundo no existe. Floto en un mundo imaginario. Cuando sueño con cosas que no conozco. A veces te busco. Pero ando en círculos en un suelo que no siento. No se oye nada. Pero tampoco hay ruido. Ni silencio. Son nervios corriendo por mi estómago como una espiral de pinchos que me desgarran. Giros en la cama entre sudor. Entre las sábanas de un hotel. En soledad. Botando en sueños. Revolviéndome nervioso en la cama. Y el mundo de mis sueños se quema como una foto en llamas. Solo hay una luz fuerte del fuego. Que me deja sin verte. Sólo luz blanca dentro de mi cerebro.
A veces estás ahí. Te veo. Me ves. Nos cruzamos en la vida. Casi percibo cómo giras tu cabeza. Nos cruzamos en sentido figurado. En sentido real. En vertical y en horizontal. Este y Oeste. Norte y Sur. Nos vemos sin mirarnos. Nos miramos sin vernos. No se oye nada entre nosotros. Solo un vació que estalla en mi corazón. Que lo rompe en mil pedazos. Como un fuego artificial que explota dentro de mí. Que me ciega. Que me deja sin verte. Sólo luz blanca dentro de mi cerebro.
Saludos Malignos!
El otro lado de El Maligno, buenas palabras Chema, gracias por compartir lo que mantienes en tú cabeza. Un saludo.
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