Supongo que para los más jóvenes, el nombre Charlot suene lejano. O puede que no, y que realmente su imagen haya conseguido llegar hasta nuestros tiempos. En mi generación, cuando yo era un niño, Charlot todavía era un icono muy potente en el mundo del cine, a pesar de que su última película fue a finales de los años 50 del siglo pasado. Pero cuando yo era niño, en la tela, hacían ciclos temáticos en los que cada semana había una película de ese ciclo. Así, me veía con mi mamá el ciclo de Spencer Tracy y Katherine Hepburn, de Alfred Hitchcock, de Burt Lancaster, de Paul Newman, de Marlon Brando, y... de Charlot.
Vi muchas películas clásicas con mi mamá. Muchas grandes películas que me inspiraban. En blanco y negro. En technicolor. Musicales de Fred Astaire y Ginger Rogers. Las pelis de espías clásicos, de amor, de guerra, etc... que llenaron mi infancia. Y me he acordado hoy de Charlot. Al final, las cosas con las que vas alimentando tu cerebro se quedan ahí escondidas en alguna estantería de la cabeza. Y me ha llegado la película de "Modern Times" de Charles Chaplin "Charlot" y he movido el post que tenía para hoy a otro día y me he puesto a escribir sobre esto que tienes aquí.
Vale, como introducción ya ha sido bastante, y supongo que os preguntaréis a qué viene todo esto. La realidad es que tiene poco que ver, y mucho al mismo tiempo. Es la adaptación de las personas y las sociedades al cambio, y como estos no siempre van acompasados. Pensaba estos días, mientras reflexionaba por todo lo que llevamos vivido este año 2020 y a lo que nos estamos a punto de enfrentar ahora mismo con la segunda oleada de Covid-19 en España, que el mundo ha cambiado, que la sociedad ha cambiado, pero que no sé si las personas aún han encontrado la forma de estar cómodas con ese cambio.
En la película de Modern Times, el pobre Charlot sufre el avance la industrialización de las ciudades por medio de máquinas que no descansan de trabajar y que exigen a las personas un esfuerzo brutal. El pobre Charlot, con su vis tragicómica perpetua te hace reír y llorar con todo lo que le va sucediendo en ese mundo de líneas de montaje, producción en cadena, máquinas de vapor que no paran y engranajes que unen hierro y personas en la producción industrial. Pero... ¿quién mandaba sobre quién? ¿quién era el "master" y quién el "slave"?
Por supuesto, con el tiempo fuimos capaces de acompasar ese cambio en la forma de producir y meter avances en la tecnología con la protección social de las personas. Con normas, derechos, cuidados, servicios, reglamentación y sobre todo una nueva visión del mundo mejor gracias al avance de los tiempos, la investigación, la tecnología y la ciencia que permitió una economía más productiva a la que hubo que acompasar con unos nuevos valores como sociedad. Los valores humanistas equilibraron el desequilibrio producido por el avance de la ciencia, la tecnología, la economía.
Hoy en día estamos en un punto similar. La tecnología está avanzando mucho. Datos, aplicaciones que nos espían, redes sociales que generan ansiedad, anorexia por salir bien en las fotos, evasión de la realidad con personas que se crean falsas vidas, paranoia en algunos casos extremos, algoritmos de Inteligencia Artificial que no solo están superando la paridad humana, sino que con los nuevos algoritmos como GPT-3 masivos en datos, están abriendo nuevos límites. Avances en nuevas formas de generación de riqueza y nuevas empresas-estados con poder económico similar al de grandes países.
Y en medio de esto... un pandemia como la del Coronavirus que arrasa con la economía más tradicional y debilitada ya de por sí por el simple avance de los tiempos. Pequeños comercios, trabajos manuales, personal no altamente cualificado, "ancianos para el trabajo" de 50 años, sectores profesionales desprotegidos y afectados de lleno por el covid-19, como actores, músicos, teatros, cines, conciertos, etc....
Un mundo donde la tecnología puede avanzar más rápido a la hora de producir y tensa la protección laboral de muchas clases sociales, se junta con un pandemia que ataca de lleno a ese mismo sector laboral. Un bomba de relojería similar a la que mostraba Charlot como un trabajador dentro de un engranaje que le hacía daño, y que, por supuesto, él no controlaba.
Es difícil que si estás en el lado donde el avance de la tecnología te favorece, y no has sido afectado por la parte más dura de la pandemia el día a día te lleva a no ver el otro lado de la sociedad. Pero lo cierto es que no debemos olvidarnos de lo que nos hace más humanos que las máquinas - ya sean software o hardware - y es eso que nos han inculcado nuestros padres y la sociedad que construimos y evolucionamos juntos: Los valores.
Si viviera hoy en día Charlot, seguro que su mítica cinta de "Modern Times" versaría sobre lo que estamos viviendo en esta época de avances tecnológicos y ruptura social por la pandemia, donde se está creando una línea divisoria para el futuro. Y para volver a avanzar, debemos aceptar que el mundo que viene es otro y debemos hacer que los valores de los seres humanos perduren y se engrandezcan, no permitiendo que los engranajes que se llevamos años tejiendo y que se están notando más en 2020 aplasten a ninguna de las personas de nuestra sociedad.
Saludos Malignos!
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