Seguía en silencio. Respirando flojito y despacio. Había puesto su iPhone en modo silencioso para que ninguna alerta hiciera ningún ruido. No quería que la descubrieran. Desde que era pequeña le había gustado jugar al escondite con su padre, y ella sabía que ese arcón esquinero como parte del mueblo cama era el mejor. Ya casi no entraba, pero ella seguía siendo muy flaca y flexible, así que sabía como estar ahí dentro. E iba a estar tranquila mientras que los ladrones no se hubieran ido de la casa. No sabían que ella estaba ahí.
Y no iba a dejar que se fueran de rositas. Así que estaba coordinando con su amiga del colegio el aviso a la Policia. Su amiga no le creyó al principio. Pero ella uso la "palmera de chocolate". Era la clave que tenían entre ellas para saber que algo no iba bien. Lo habían creado cuando con trece años empezaban a quedar con chicos en el parque. Si algo no iba bien, pedían ir a comprar una "palmera de chocolate". Así, una le decía a otra que había un problema y quería irse. Que necesitaba ayuda. Su amiga lo entendió, y se lo dijo a sus padres, para que llamaran a la policia. Su amiga estaba en peligro.
Mientras llegaba ayuda, ella seguía encojida sin hacer ruido. Escuchando los pasos y ruidos que hacían los ladrones. Sus padres estaban dormidos. Habían usado un gas para dormirlos, pero los ladrones no debían saber que ella estaba allí y no se preocuparon en dormirla. Así que no quería ser descubierta bajo ningún concepto. Solo estaba con su móvil y lo pegaba al pecho para agarrarse a él como si fuera una tabla de salvación.
Ójala hubiera estado la alarma encendida, pero estando en casa todos sus padres no solían hacerlo. Y los ladrones estaban ahí robando, y podrían escaparse si la policía no llegaba a tiempo. Y si no los detían, podrían volver a robar a otras personas. No podía dejarlos escapar. Y le vino la inspiración.
La alarma estaba desactivada, pero ella tenía la app en su iPhone. Podría conectarse a las cámaras y verles las caras. Aunque le daba miedo. Mejor. Podría tomar capturas de sus caras. Aunque había poca luz y no iban a salir bien.... se podrían escapar. Pero en ese momento, mientras iba por la pantalla de su móvil buscando la app de la alarma, se topó con la de las luces del hogar. Qué bien. Al final el ser tan digital y tener todas las apps de la casa porque sus padres no se apañaban le iba a venir bien.
Y preparó su plan.
Le llegó otro WhatsApp. Los padres de su amiga le decían que no hiciera nada, que estaba con la policía y estaban ya en la calle. Que llegarían en seguida. Pero al conectarse a la app de la alarma y usar la cámara vio que estaban ya para volver a escaparse por la ventana. Y entonces lo hizo. Todo a la vez...
Con la app de la alarma activó la grabación de las cámarsas. Después, en un segundo, con la app de las smartbulbs encendió todas las luces de la casa. Los ladrones se asustaron. Y en medio segundo activó el botón de la alarma que comenzó a sonar. Los ladrones miraron a la alarma y sus caras se vieron con total claridad en la cámara.
Y todo se volvió loco mientras nuestra hacker de 15 años, encojida en el arcón del mueble cama se sentía con el control de la situación. Se sentia como si fuera Mara Turing. Los ladrones dejaron las bolsas, intentaron salir por la ventana mientras se oían los gritos en la puerta y en la calle: "¡Alto, Policía!"....
.... [EOF?]
Si tienes una #FuturaHacker recuerda que hasta el 30 de Julio puede participar en el Concurso de Relatos Mara Turing para futuras hackers.
¡Saludos Malignos!
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