Ha llegado el mes de septiembre y han vuelto los atascos a Madrid. Las prisas por la vuelta al cole, el regreso de muchos trabajadores a la oficina, y el comienzo de otro año laboral se nota en los rincones de la ciudad. Para mí se ha notado especialmente en la velocidad del tiempo. Ha ido mucho más rápido esta semana, o se me ha escapado en muchos más temas que gestionar.
Estos dos días pasados no he publicado nada en el blog. La excusa de no he tenido tiempo podría, aún manida, ser muy válida y justificaría mi ausencia de mi deber auto-impuesto, pero la realidad ha sido que he tenido el mismo tiempo de siempre, solo que he tenido que priorizar su inversión en otras tareas más acuciantes que han tenido que ver con el trabajo, principalmente.
En periodos de descanso, le puedo dedicar mucho más tiempo a escribir en "El lado del mal", pero cuando ha arreciado el volumen e intensidad del trabajo, me he visto superado. Eso sí, publiqué un artículo sobre el "WildBook: El Facebook de los animales" el blog de la Cátedra de Animales y Sociedad de la URJC, contando cómo se utiliza la Inteligencia Artificial como herramienta de apoyo a la identificación en fotos de turistas de animales salvajes en peligro de extinción, con el objeto de poder cuidarlos. Un proyecto precioso. Aún así, solo he dejado de publicar un total de tres días este año, lo que es una buena marca. No está mal, si consideramos que además escribo en mi sección de "El futuro está por hackear" de Zenda Libros, y todo lo demás que publico en otros medios y redes de forma puntual.
Ahora bien, si leéis los dos párrafos anteriores veréis que casi me estoy justificando. Casi estoy yo dándome las explicaciones a mí. Diciéndome eso de:
"Ea, ea, ea.... venga, Chema, que has tenido mucho trabajo, que no has llegado y punto, que ya has hecho muchas cosas ese año, que escribes en otros medios, que bla, bla, bla, bla....".
Y en la otra oreja me dice el diablo que tengo sentado sobre el hombro:
"Excusitas, excusitas, Chemita. Tenías que haberlo planificado. Tenías que haber aprovechado aquella hora que tuviste el miércoles para escribir tu artículo. Podías haberlo hecho, pero no... el señorito prefirió meterse en aquel fregado de, bla, bla, bla...".
Y es que no hay nada como tener una conciencia que te machaque. Que sea tu jefe. Tu patrón. Tu contable. Que te diga:
"Uy, uy, uy... este añito has dado tres conferencias menos que el año pasado. ¿Es que el señorito se ha vuelto vago? ¿Ya nos cansa esto de tener que seguir estudiando? Y no me vengas otra vez con el trabajo, que las startups necesitaban tal o pascual, con el deporte y esas cosas. Eso son todo ... excusitas, excusitas, que nos conocemos. Ahora mismo te me comprometes a aceptar la que keynote que te están proponiendo. Y sin rechistar. ¡Vago!....¡más que vago!"
Os prometo que es así de dura. Y si encima la ignoro durante un rato. La conciencia demoniaca esa que habita sobre mí, comienza a arruinarme la vida. Empieza a quitarme el apetito. Empieza a despertarme de madrugada. A las tres. A las cuatro... y me dice:
"¿No decías que te faltaba tiempo? Pues aquí lo tienes, bonito. Son las 4:57 de la mañana. Ya no te vas a dormir como pronto hasta las 5:30, y esas ya no son horas de comenzar a dormir para un hombre de provecho, así que usa este tiempo extra que te he conseguido para ponerte a escribir el artículo de hoy sábado. No hace falta que me des las gracias, bonito".
Y ahí estoy yo, con los ojos en blanco en la cama, comiendo techo, y pensando en todas las cosas que me ha puesto sobre la mesa mi conciencia. Todas las mini-tareas y maxi-marrones que tengo que resolver. Que tengo que hacer. Aún peor. Que tengo que imaginar cómo gaitas hacer. Porque gran parte de mi trabajo es creativo. Es decir, me tengo que "inventar" las soluciones, los artículos, las charlas, las nuevas características, los argumentos en las negociaciones, entender y evaluar propuestas, y hacerlo gestionando el tiempo. Mi tiempo. Pero ahí está mi demoniaco compañero para arreglarme la vida:
"No te preocupes, el sábado mientras llevas a las niñas a patines puedes trabajar desde el coche, y luego el domingo por la tarde, que todo estará muy tranquilo también puedes sacar entre cuatro y seis horas. Y si cancelas la invitación al concierto que te han hecho, y no vas al cine durante el próximo mes, verás como sacas todo y aún puedes hacer algo más. Que todo es organizarse, Chemita. Pero ya estoy yo aquí para ayudarte con ello. Tu compadre. De nada".
Total, que sí, que me putea la vida. Pero lo cierto es que si no hubiera sido por él mi vida hubiera sido diferente. Desde pequeño me acompaña. Creo que me lo metió mi madre. Y por eso siempre llevé los deberes hechos al colegio. Siempre fui el más crítico con mis fallos. Siempre fui un niño, adolescente y adulto trabajador y cumplidor con mis tareas. Por culpa del demonio cabrón ese que me jode la puñetera vida, pero luego me trae la "suerte".
Así que, por un par de días, a pesar de que suene a "excusitas, excusitas", he tenido que explicarle al demonio que no llegaba estos dos días, pero que prometía que el sábado me levantaría temprano para escribirle una carta de disculpa y un compromiso de volver a mis tareas en el blog desde hoy mismo, con el compromiso de superar los 340 posts del año pasado, y con expectativas de sobrecumplir llegando a los 350, que voy a buen ritmo.
Su respuesta ha sido la esperada:
"Osea, que si hay 365 días, y solo has fallado tres hasta el momento, ya te estás pensado en fumar 22 días más de trabajo en el blog... y en el mejor de los casos 12. Flipante. No me lo puedo creer lo vago y cómodo que se ha vuelto el señorito. Es que es flipante. En fin. Tú por ahora tira, que ya iremos hablando de los KPIs que esta conversación no ha terminado aquí. Que eres más perro que Niebla..."
¡Saludos Malignos!
PD: ¿Vosotros tenéis también algún demonio cabrón como este que os putea igual que a mí, verdad? No soy el único que aguanta este chaparrón y control todos los días de su vida, ¿cierto? ¿Algún consejo para domar a la bestia?
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)
Relajate y disfruta. Poco y bueno. Siempre nos quedará Paris. Hay mundos mejores, pero son mas caros (Marx). Buen finde ��
ResponderEliminarBuen artículo. Como comentario jocoso, resaltar que estás escribiendo para explicar que no tienes tiempo para escribir...
ResponderEliminarMe ha venido muy bien leer justo hoy esta publicación. GRACIAS. Creo que todos tenemos "diablos cabrones" que, cuando menos lo esperamos, nos susurran o incluso se atreven a gritarnos al oído. Cada uno tenemos los nuestros. Creo que hay que analizar de dónde vienen, cuál es la raíz de esos pensamientos que nos perturban. De niños tan sólo queremos que nos quieran, sentirnos aceptados y queridos y, nuestros cerebros de niño interpretan la realidad a su manera. Quizá tu madre te exigía mucho por tu bien, por tu futuro y con toda la buena intención, pero interpretaste que tenías que ganarte el amor de tu madre trabajando muchísimo (es una teoría, no soy psicóloga) y por ello tienes un nivel de autoexigencia altísimo. Son interpretaciones que hacemos sin darnos cuenta y que no corresponden a la realidad ya que tu madre, tus hijos, tus amigos...te quieren por quién eres y no por lo que haces. Ya de adultos, cuando aparecen estos diablos hay que combatirlos, preguntándonos por qué nos sentimos así, de donde viene todo, para qué actuamos de una manera determinada...¿Por qué 365 artículos? ¿Para qué? Pienso que hay que trabajar, pero también descansar y disfrutar de nuestro tiempo que, a fin de cuentas, es nuestra vida y no podemos sentirnos culpables por ello, porque a esta vida hemos venido a VIVIR.
ResponderEliminarY, por cierto, muy valiente por tu parte el escrito de hoy. Gracias por compartirlo y hacernos ver que hasta personas como tú tienen sus diablos.
ResponderEliminarA ese diablito, sumale el diablito de la precariedad, la pobreza continuada del trabajador precario, la subida de los precios del alquiler, de la gasolina, de los alimentos, de la luz...
ResponderEliminarLa solución además de lo individual, viene por cambiar la sociedad y el modelo de producción y acumulación capitalista. Ahí te lo dejo, un abrazo!
Chema, no eres el único, me he sentido muy identificado con tu comentario. En mi caso la forma en la que he conseguido acallar a ese demonio ha sido convencerlo de que otras cosas tienen la misma importancia que seguir estudiando, aprendiendo y mejorando. Ese concierto, esa cena con amigos, esa película que me apetece ir a ver al cine... con un poco de suerte serán experiencias que recordaré con cariño y que no estarían ahí si me hubiera quedado esa noche en casa trasteando con nmap o poniéndome al día con los posts que tengo pendientes. He dejado un poco atrás esa temporada en la que en el libro electrónico sólo tenía libros técnicos. Creo que todo es intentar encontrar un equilibrio y sobre todo aprovechar al máximo el tiempo organizándose lo mejor posible, como bien dices. Supongo que todo esto es el "problema" de los que tenemos la suerte de trabajar en lo que nos apasiona ;)
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