domingo, octubre 17, 2021

10.000 días nada más, ni menos.

Fue ayer mismo, lo juro. Tenía 20 años. Estaba pensando en empezar a trabajar de informático nada más salir de la universidad. Os juro que fue ayer. Os prometo que no sé cómo ha pasado. Cómo ha corrido todo tan rápido. No me he dado cuenta. Bueno, sí. Me he dado cuenta de miles de aventuras. De millones de anécdotas. De cientos de miles de desventuras y reveses. Pero ..¿tanto tiempo he consumido ya? No puede ser. Os lo digo de verdad, ayer mismo tenía 20 años y... sí, bueno, algún cumpleaños he celebrado, pero...es que de casi todo, dicen, que han pasado 20 o 25 años y casi no me lo creo. 

Figura 1: 10.000 días nada más, ni menos.

Y es que es verdad. En mi mente ayer día tenía 20 años y comenzaba a buscar trabajo de informático sufriendo mis primeras decepciones porque no me contrataban, y al día siguiente tengo 46 años y he hecho casi de todo. Ha sido un parpadeo. Sí, sé que no ha sido un día, pero para mí ha sido un continuo desde los veinte años. Más de dos décadas y media que se han pasado volando. Corriendo. Y no me he perdido una sola aventura. Una cena. Un concierto. Una película de superhéroes. Un viaje al otro lado del mundo. Un reto que superar. Un error que cometer. Pero... ¿ya son 46 años? 

La verdad es que cuando era niño pensaba que para el año 2.000 los coches volarían, y miraba a esa fecha con recelo, porque yo ya tendría 25 años de edad. Sería ya mayor. Muy mayor. Sería como decir... "¡buah, ya 25!!". Y hoy, estoy a cuatro años - tres y medio - de haber vivido el doble de esa edad. ¡Qué rápido pasa todo! Seguro que cuando pestañee otra vez estaré en 60 años. Tendré ya todo el pelo cano y pensaré... "¿Ya? ¡Pero si estoy a punto de comenzar otra liada!"

Lo cierto es que, a pesar de que todo ha corrido mucho, y de que renunciaría a todo lo conseguido en estos años por volver a jugar otra vez la partida a ver qué sale, cometería todos los mismos errores una y otra vez. Hace años que me siento en medio del camino, es decir, en el sitio donde tengo que estar. Ni más allá, ni más acá. Hace años que los sueños son jugar a lo que estoy jugando. Y contar los días explicándome los que hice en cada segundo.

No trato desde hace ya mucho tiempo de demostrarme nada a mí ni a nadie. No trato de llegar a ningún sitio. No intento conseguir nada más. Solo juego a vivir los retos, problemas, aventuras y desventuras con la diversión de poder jugarlo. Ayer tenía 20 años y quería hacer muchas cosas. Hoy tengo lazo con ese chaval de 20 años y sigo queriendo hacer muchas cosas. Pero las quiero hacer por una necesidad mayor que la que tenía en aquellos años. Ese chaval de 20 años necesitaba hacer muchas cosas para sobrevivir en el mundo, el de ahora necesita hacer muchas cosas para sentir que está vivo. 

No quiero tumbarme en lo conseguido y dejarme ir cómoda, relajadamente, viendo recortes de periódicos con recuerdos. No es que me parezca mala forma de vida disfrutar de los botines de forma relajada, pero como buen pirata yo prefiero apuntarme a ser un alfa, fletar nuevas expediciones, e ir  en busca de nuevos retos y problemas para sentir que siguen quedando fases de este juego que resolver, que este sigue siendo mi tiempo, que aún sigo con ganas y fuerzas de dar zancadas. Por el placer de seguir en la partida. No por la necesidad de conseguir algo. Hace tiempo que leo los libros con el placer de perderme en sus páginas, sin deseo alguno de que se terminen. No tengo el fuego de sobrevivir, sino el de vivir las aventuras.

Y es esa mirada siempre hacia delante, hacia la nueva aventura, hacia lo nuevo por venir en el poco tiempo que me quede sobre este planeta, es lo que hace que alguna vez me olvide del paso del tiempo. Como me ha pasado hoy, que he echado cuentas y me ha sorprendido lo que ya se fue. De que han pasado casi 10.000 días desde que estaba en la universidad pensando en todas las aventuras que iba a vivir. De que ya no tengo 20 años, ni 30, ni tan siquiera los 40 años esos en los que aprendí a montar en monopatín. Eso sí, si falto mañana, que sepáis que lo que estuve por aquí, lo viví. Que todos esos años fueron mi aventura.

¡Saludos Malignos!

Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)  


1 comentario:

Antonio dijo...

A ver cuando escribes ya ese libro del chaval de barrio que se convirtió en un tio importante e hizo realidad sus sueños. Estos artículos son tu zona de entrenamiento, jeje... Venga, no lo dejes para mañana.

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