Hoy es Nochebuena. Y casi se me ha echado encima sin darme ni cuenta. El ritmo frenético de actividad con el que me castigo hace que bote por los días del calendario como si estuviera saltando vallas en una carrera de 110 metros obstáculos. Pero no os engaño ya, es mi veneno. Soy yo el que me castiga sin un minuto libre. El que me obliga a volver a deshacer el Lego cuando ya lo he construido. Desordenar mi vida para volver a ordenarla. Cambiar las cosas de sitio porque la ausencia de actividad, la ausencia de cambio, la ausencia de anhelos es como la cárcel para mí. Y así ha pasado 2021. Con revoluciones diarias en mi vida, y guillotina en la plaza central.
Como a todos vosotros me han pasado cosas buenas y malas. Pesan más las buenas que las malas, pero me pesan aún más las que no han pasado. Las cosas que me han faltado. Los momentos que no han llegado. Las cenas que se han fugado. Las celebraciones que se cancelan por enfermedad. Los conciertos que se han cancelado. Los paseos por el campo que se han torcido. Los ratos de jugar que no he tenido. En aquellas expectativas en las que no ha sucedido nada es donde más me flagelo.
No quiero conectar con la parte sombría de mi yo, y menos en este día, pero sí que ha habido perdidas que me han dolido, y cosas feas que me han pasado que hubiera evitado este año. Así que, a pesar de que yo me considero un tipo fuerte, alegre, optimista y sobre todo, luchador, me quiero acordar de todos los que habéis tenido algún mal momento este año. Porque a pesar de que todo el mundo intenta mostrar lo bueno, no siempre sale todo bien. Y cómo lo pases y lo pelees te define.
Por otro lado, mi año ha tenido cosas maravillosas. Momentos únicos. Charlas infinitas. Abrazos. Besos. Paseos. Deporte. Proyectos. Sol. Cine en 4DX. Compañeros espectaculares. Y mil y una cosa bonita que me guardo para mí, que aún no he conectado mi cerebro a la red para que salga todo ahí. Me moriré con mis tesoros, mis anhelos, mis éxitos personales y mis fracasos como ser humano. Volvería a vivir 2021, sin duda.
Pero lo mejor es que me voy cargado de mucha ilusión a 2022. Me voy cargado con muchas ganas de vivir. Con muchas ganas de ser. Con muchas ganas de cambiar. De volver a renovarme. De volver a deshacer cosas. De volver a hacer cosas nuevas. Como en 2021. Como en 2020. Como en 2017. Como 2001. Con la ilusión de que en este juego que se pasa de atrás adelante, estoy en el medio del camino pudiendo ir de adelante atrás. Volvería a vivir cosas que se fueron. Viviré las cosas que están por llegar.
Y hoy es hoy.
Un día en el que acabo de tener una reunión de trabajo. En la que acabo de sacar cosas que tenía atascadas en las tareas. En el que toca ahora, jugar un rato con mis bichos salvajes, configurarme la cuenta del Metaverso, y esperar que haya regalos de Papá Noel. Así que, estaré escondido fuera del mundo. Me pondré mi gorro rojo y blanco en lugar de azul y marrón, y seré solo un niño comiendo turrón.
Por desgracia, sé que algunas personas que quiero cenan solos, infectados o en cuarentena, por el dichoso COVID. Y como seguro que a vosotros, me apena que alguien a quién yo quiero tenga que pasar la noche en soledad. Un fuerte beso para ti que cenas sin compañía. Creo que está mal esto, y solo por el sacrificio todos debíamos de celebrar con esas personas otra cena igual cuando se pueda. Así que, apuntaos eso. Si no hay cena por COVID hoy, entonces se celebra la Nochebuena otra vez la semana que viene, en Enero o en Marzo si es necesario, que siempre hay que celebrar.
Así que, que nada te quite la alegría de celebrar una fiesta. Y hoy, como decía el gran Ángel Martín en su informativo, llévate a la cena un mensaje muy claro, "Tú no eres culpable del COVID"... y recuérdale a tu cuñado lo que te dije de los BitCoins.
¡Saludos Malignos!
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)
Muy buena reflexión Chema. Mi padre en el hospital por Covid y volveremos a celebrarlo como se merece. A por el 2022!
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