Si tengo que elegir cómo me soy, entre un "Hombre de Acción" o un "Hombre de Reflexión", supongo que hoy tendría que dudar un poco. Pero sí que tengo claro que llevo dentro, porque me he pasado mucho tiempo pensando sobre ello. Y si eso no te da una pista, déjame que te cuente un poco más como yo lo veo, y a ver si te confundo tanto como suelo estar yo con estas cosas.
De siempre he sido una persona que tiende a la soledad. Disfruto mucho de los amigos, y he aprendido de ellos muchas cosas buenas. Como que hay que celebrarlo todo. Y no, no soy de beber la vida a sorbos, y prefiero llegar destrozado al final del día, con éxitos y derrotas. Con el consumo de adrenalina disparado. Con victorias, fracasos y heridas que lamer. Con necesidad de apagar el cerebro para volver a llenarlo de cosas mañana.
Hoy tengo una vida acelerada. Mucho. Hago muchas cosas. Me encanta. Tiene ventajas e inconvenientes. Cosas que ganas, cosas que pierdes. Y aunque procuro balancear mucho, con deporte, lectura, actividades lúdicas, cine, conciertos, comidas, celebraciones, etcétera, al final consigo llevar con mucha acción toda actividad. Y como hago muchas cosas, todas las vivo con mucha intensidad. Con mucho foco. Con mucho interés en lo que estoy haciendo, porque si no, estaría haciendo otra cosa.
Pero siempre he sido lo contrario.
Cuando era un chaval, y un adolescente, disfrutaba haciendo muchas cosas en mi mundo interior. En soledad. Entre mis libros. Me bajaba a pasear a mi perrillo, me sentaba en un banco con mi libro, y leía y leía. Subía a casa, y escribía, dibujaba o estudiaba. Y luego, cuando por fin tuve un ordenador, programaba. Siempre pensando en aprender algo. Salía de excursión por Móstoles, buscando librerías, quioscos, tiendas que tuvieran para cambiar cómics o libros, vídeo clubs que tuvieran películas diferentes. Y me iba solo día a tras día.
Siempre pensando en cosas y reflexionando sobre lo que leía y escribía.
Una novela tras otra. Cómics. Películas. Series de dibujos animados. Y a estudiar mis cosas. Consumiendo aventuras y desventuras. Viajes increíbles. Epopeyas heroicas. Batallas. Situaciones de tensión máximo en novelas de espías. Soldados en las novelas de guerra. Monstruos en los relatos de terror y misterio. Batallas estelares. Viajes por el espacio con escaramuzas con robots. Espadachines. Duendes, elfos y enanos. Y un viaje por Castilla desfaciendo entuertos.
Leía mucho, y con intensidad. Consumía historias en películas que ampliaba y revivía. Hice un podcast con mi vecino en aquellos años de la cinta TEAC y TDK donde hablábamos de música heavy. Lo llamamos "Metal Danger" y seguro que hay cintas por ahí con aquello. En uno de ellos hicimos una entrevista a Nicko McBrian en la que yo era él. Ahí queda eso. Pasaba horas haciendo historias con muñecos de plastelina que revivían lo que yo leía y se convertía en parte de mí. Y recuerdo que, por cada libro o película que veía, hacia un minilibro de unas ocho páginas (tamaño bolsillo) o así, con portada que dibujaba yo, donde escribía de qué iba la historia. Usando un máquina de escribir Olivetti.
Siempre me vi como una persona de reflexión. De estar entre libros. De aprender de las aventuras de otros. De vivir más por el mismo precio leyendo las vidas de los hombres de acción. De los reporteros de guerra que se jugaban la vida narrando lo que sucedía en una batalla absurda entre hombres. Recuerdo leer el libro de "Territorio Comanche" de un tal Arturo Pérez-Reverte y pensar: "Joder, esto es un hombre de acción."
Yo me sentía más como un hombre de reflexión. Nunca en primer plano. Siempre detrás de las cámaras. Detrás de los libros. Entre el público. Escondido en la biblioteca. Aprendiendo cosas. Volando libre dentro de mi mundo interior. Viviendo las vidas de otros en mi imaginación. Creando y recreando mundos que no existían en los que podía vivir durante horas. Concentrado en las páginas de un libro para acabar deborándolo en un par de días. Estar tranquilo, detrás de la barrera, viviendo la acción en forma de vidas de otros que sufrían y disfrutaban las cosas buenas y las cosas malas.
Supongo que fue la necesidad. Supongo que la necesidad de buscarme la vida me obligó a ser un hombre de acción, y salir de la parte oscura del auditorio para ponerme en los focos. Poner mi nombre sobre la línea de puntos para tomar responsabilidades en empresas. Tomar riesgos en primera persona. Echarme a la arena y estar en el centro del cuadrilátero para conseguir que algo se hiciera. Sufrir esa adrenalina en primera persona. No porque sea un héroe de acción que va a encontrar el arca perdida o liberar a la galaxia de un imperio dictatorial. Ni mucho menos.
Pero sí de esos que van a tener que salir de la confortable zona de relax que se encuentra en un sofá leyendo un libro sobre vidas de otros. Que se ponen metas constantes. Que tiene que conseguir que pasen muchas cosas para que el camino de un proyecto sea el de la dirección adecuada. De cruzar tierras baldías, inexploradas, o desconocidas para conseguir llegar a un destino incierto. No tengo batallas lanza en ristre, ni resuelvo situaciones con los puños, pero sí que tengo que solventar mil y una situación en cada proyecto o idea que llevo a cabo.
Hoy en día, a pesar de que creo que mi vida tiene un día a día más de Hombre de Acción que tiene que conquistar una colina y busca cómo conquistarla, sigo pensando que mi yo es más de ser un Hombre de Reflexión que disfruta con un cómic, un libro y un paseo. Pero también creo que son todos esos años que viví las vidas de otros, los que me ayudaron a que, cuando me toca salir a bailar, la música que suene sea lo que menos me preocupe. Si hay que bailar, se baila. ¿Quién dijo miedo?
¡Saludos Malignos!
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)
Estoy metiendo en una escritura esperimental de cortos parafos y una intensa comunicación mediante la rima y la música intercalada en la literatura de dicho micro escritos
ResponderEliminarY me gustaría charlar con Tigo sobre ello
Espero tu respuesta gracias
ResponderEliminarMe gustaría poder contar contigo para poder enviar unos alumnos de prácticas. Llenos de ilusión con conocimientos en administración de redes y sistemas, sobre todo LINUX, mucho LINUX, no sé si leerás esto y si me contestarás. Espero que recojas el mensaje que tiro al mar en esta botella.
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