De toda la vida he sido consciente de que no soy el más listo de nada. Mis amigos del barrio me enseñaban cada día, luego mis compañeros en la universidad, en el trabajo, y las personas con las que me voy topando por la vida. Por supuesto, como tú, me he encontrado personas que no han sido así en mi vida, pero creo es tal la admiración que tengo por personas que crecen, que luchan, que tienen curiosidad, que investigan cosas nuevas, que buscan mejorar y se mantienen siempre aprendiendo, que me siento atraído a ellas cuando me las encuentro.
Figura 1: La cámara de resonancia del conocimiento y
los micro aprendizajes en las interacciones personales.
Son personas con las que aprender es simplemente encontrar un ratito para hablar con ellas, y darte cuenta de todo el universo de cosas que me quedan por aprender, mejorar, descubrir, encontrar. Todo el espacio de mejora que hay por delante de mí. Que si alguna vez alguien piensa que lo que me nos sucede no es en gran parte consecuencia de nuestros actos, es que hemos perdido la capacidad de ser mejores. De ser más sabios y saber que sabes menos.
Siempre hay un camino personal que recorrer para mejorar, para hackear tu futuro, para cambiar las cosas. Ese camino es de aprendizaje, y las personas que me he encontrado en la vida que menos piensan que saben, y que más ganas de aprendizaje mantienen abiertas, que más modifican sus forma de pensar y ver el mundo, son las que suelen ser más interesantes para mí. Son las que más preguntan y las que más comparten. Las que conversar es descubrir juntos cosas.
Para mí son atractivas como un imán. Personas que no son las que todo lo saben - porque si alguien piensa que lo sabe todo entonces es que sabe todo de nada -, sino las que saben cosas. Saben cositas. Saben algo. Y lo más valioso, tienen curiosidad y saben cosas que quieren que aprender. Que todos los días están leyendo, aprendiendo cosas, usando el doble las orejas que la boca, descubriendo el mundo, cambiando con él.
Gente con la que te tomas un café y te llevas un par de microaprendizajes. De la vida, de la teoría de cuerdas, de la productividad en iPhone, de cómo gestionar problemas en una empresa, del futuro de los SmartContracts, o de cómo se debe mantener una casa energéticamente autosuficiente. Vete tú a saber.
Esas personas que da igual cuantas veces quedes con ella para charlar. Con las que yo quedo para abrirnos un poquito más que con los demás. Para escuchar nuestros problemas, nuestros proyectos, o nuestros momentos de cambio. Esas personas que siempre traen algo nuevo a la conversación. Porque lo estudiaron y nunca salió el tema, porque lo discutió con otro amigo, porque lo leyó en un artículo académico cuando estaba buscando información para un proyecto de Kubernetes, o simplemente porque lo descubrió cuando probaba una demo en un cliente.
Esas son las personas de las que siempre busco rodearme. Intelecto hedonista egoísta. De esas personas que tienen siempre libros tirados por la casa. Marcados. En una mesilla, debajo de la lampara, o en la mochila. Con una libreta al lado de la cama para tomar notas. Que te mandan mensajes solo para decirte, que ellos también disfrutan del aprendizaje.
"Joder una lectura rápida del grupo de WhatsApp de los chuletones y acabo empapándome de tus trucos comprando cromos Adrenalyne XL, y aprendiendo de Scalpers 😉. Gracias."
Cuando soy yo el que más aprendo de ellos. De escucharlos. Pero es que estar rodeado de este tipo de personas que siempre aprenden cosas, es vivir en una caja de resonancia de conocimiento. Donde un comentario para explicar algo, un dibujo que describe con esquemas cómo funciona algo hecho sobre una servilleta, o un "te lo busco ahora mismo" es siempre enriquecedor.
Los debates en los grupos de WhatsApp, o en las llamadas de teléfono para hacer check-in o catch-up siempre aportan algo de conocimiento. Cada interacción con ellos hacen un mejor yo. Porque es como si invirtieran en mí. En mi educación por pura osmosis. Sin necesidad dogmática alguna. Solo por contar cómo han hecho las cosas. Y después de una comida me dicen: "Me gustan tus metáforas" "Me da para un artículo". Y yo pienso, "Joder, con lo que he aprendido yo hoy de este ratito".
Y es que son esas personas que cada minuto que pasas con ellos te regalan un mico-aprendizaje. Un micro conocimiento que han descubierto hace poco o hace mucho, y lo comparten contigo de forma natural. Y te cambia un poco la vida.. No porque vengan a darte ninguna lección, sino porque surgió así la conversación en el café, y es su forma natural de ser. Durante la comida. O brindando a después de la cena. Y luego me quedo solo digiriendo la conversación y le escribo un mensaje:
"Contigo siempre hay mini-aprendizajes-incrementales. Gracias."
Me río mucho en nuestras cenas de "Los niños perdidos", un grupo de ocho amigos que disfruta de discutir entre sí, después de más de veinte años y mil y una batallas juntos. De haber vivido juntos muchos momentos. Cenas en la que lo mismo recibías un clase de mecánica cuántica, y las incógnitas del Spooky Effect, que de cómo había que realizar una transacción de tokens en bloques usando herramientas P2P para evitar un exchange. Y de cómo el cálculo de bloques a la hora de elegir qué transacciones querías es clave para poder conseguir el mejor número de transacciones que sumen el número final de tokens que quieres. Todas estas han sido conversaciones nuestras.
Por esos los camareros de los restaurantes a los que vamos, suelen acabar extrañados de ver a unos tíos, riéndose mientras hablan de cómo funciona el algoritmo de propagación de las políticas del AD entre los diferentes controladores de dominios en un esquema de cambio de políticas en un incidente de seguridad, cuando hay Branch Offices. Por suerte ya nos conocen, y no sorprende mucho. Pero es que mañana el tema va de literatura, de historia o de emprendimiento. De cómo definir el KPI de un producto que debe ser una tool y no una plataforma de engagement.
Intento mantener relación con esas personas mágicas que saben cosas. Que estudian cosas. Que hablan y me enseñan cosas. Que me recuerdan lo bonito que es aprender. Lo bonito que es saber que no sabes y no tener que demostrar nada a nadie. Que te incentivan más el deseo saber. Pregunto. Les dejo hablar. Escucho. Cambiamos de tema. Me preguntan de algo que yo sé. Comparto. Volvemos a retomar la conversación. O viene otro nuevo que se suma al debate y genera un cambio en la configuración de electrones que nos transforma en otra estructura molecular de conversación donde hablamos de TikTok, los filtros de Snapchap o cómo aplicar transformaciones matemáticas a los esquemas de navegación pre-grabados de un drone.
O que sé yo. Nunca hay agenda de nada. Solo queremos vernos, abrazarnos y escucharnos.
Si os digo que yo todas las semanas intento aprender cosas no os engaño. Sería imposible mantener un blog como El lado del mal escribiendo todos los días sin aprender algo cada día. Pruebo cosas todos los días, leo mis RSS todos los días, me marco los artículos, me leo algo por las noches, y me voy a comer, tomar café o desayunar con personas que me regalan micro-aprendizajes en cada interacción, sin saberlo.
Todas esas personas hacen mi vida más plena. Más feliz. Más llena de gozo por regalarme esas píldoras de micro-sabiduría. Por haberme metido el veneno en un tema que ha cambiado mi vida solo con contarme algo en un café que colisionó con otra idea que circulaba por mi cabeza. Por matizarme un pensamiento mío. Por orientarme poniendo algo de luz en un rincón de la habitación en la que estaba encerrado para mostrarme que había una puerta escondida.
Y hacerlo de la manera más casual, y más natural. Solo porque ellos se han mantenido aprendiendo, porque mantienen viva su curiosidad, porque se mantienen ávidos por saber. Por que siguen siendo esferas de conocimiento en expansión para hacer su vida más rica, y la mía por ende en cada colisión que tenemos.
¡Saludos Malignos!
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)
Buenas. Estoy totalmente de acuerdo contigo en todo lo que dices. Hay personas con las que siempre aprendes, sin quedar para aprender. Y, como bien dices, lo que primero que te ayuda para reconocerlas y disfrutarlas, es las ganas de aprender, de seguir aprendiendo. Pero, con tu permiso, me gustaría destacar algo que haces y, para mí, completa y ayuda muchísimo a lo otro. Escuchar.
ResponderEliminarParece una obviedad, pero saber escuchar para aprender del otro, creo que es algo que cada vez se lleva menos y nos hace perdernos muchas cosas interesantes.
Ahora, muchas veces, escuchamos para exponer nuestro pensamiento, argumentos, ideas, pero no para aprender o incluso, para cuestionar todas esas cosas, esa otra forma tan genial de aprendizaje.
Leyendo tú texto solo veía eso, lo que valoras escuchar por lo que aprendes, desde la humildad del que quiere aprender cada día, para aumentar y completar lo que ya sabe.
Me ha encantado. Gracias por esta entrada tan rica y a la vez tan transparente y necesaria viniendo de alguien con tanto conocimiento, dicho desde el respeto y no desde la adulación.
Javier Castañon
Muy bueno el post, únicamente añadir que para que esto suceda lo más importante es la actitud de la persona que escucha, no es lo mismo esa persona que escucha (es decir oye) sólo para contestar y así reafirmar o vender sus convicciones, que aquella otra que realmente escucha y pregunta para abrir su paradigma!!!
ResponderEliminarHoy aprendí alguito de tus cosas malignas
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