Ya no te cuento cuentos. Pero sigues siendo Mi Hacker. Tus sueños ya están mucho más lejos de los que yo te pinté. Ya no dibujamos monstruos. Ahora te escucho cuando vamos y volvemos de patines. Me cuentas tus cosas. Pero no todas. Ya tienes una vida más allá. Más lejos. Quieres que te pida un "Cabi". Quieres ir a una fiesta con tus amigos. Que te lleve a la discoteca "light". A una cena con tus amigas en el Pipa & Co. No hablamos de dragones. Ya no volamos con el Dragón Matías. Ahora hablamos de coches eléctricos. De tu carné de conducir. De qué estudiar en la universidad. Peleamos por la hora de llegada. Por cómo ir allí. Por con quién. Por qué vas a hacer y cómo vas a regresar.
Te espero. A que llegues. O voy a buscarte. No me gusta que vengas sola. Te espero despierto. Leyendo mi cómic de superhéroes. Con las gafas. Mirando el móvil de refilón por si necesitaras algo. Tu hermana duerme a mi lado. Te imagino riéndote con tus amigas. Bailando. Dónde estarán La Kalabaza de Pippa, Cantajuegos o Picapica. Ahora ya tienes tu música. Hacemos las listas de música para ir a patinar entre tres. Para que salgan tus canciones... y las mías con las de tu hermana.
Me enseñas cosas. Ya no soy yo el que te enseña los trucos de la tecnología como hacía antes. Te vas a la biblioteca a estudiar. Eres responsable. Aún hay pájaros en tu cabecita. Pero cantan con más armonía. Quieres ver el mundo. Viajar. Ver Las Vegas. Ir a ver a Imagine Dragon en concierto. Y Cold Play. Disfrutar un festival con tus amigas. Hacer surf. Y esquiar. E ir en velero. O irte de compras al mercadillo con tus amigas. Sueñas con independizarte con ellas. Con volar. Alto. Lejos. Más allá de dónde yo pueda estar. De dónde yo haya llegado.
Me abrazas. Te pido mis cinco besos, mis tres "ays" y mi beso de gnomo. Como cuando eras niña y me los dabas en la escalera mientras yo me calzaba para irme al trabajo. Y me los das jugando. Y te vas a tu habitación. Cierras la puerta. Te sientas a estudiar. Te pones los cascos y hablas con alguien mientras comentas los deberes. Por vídeo conferencia. Para estar con tus amigas. Para contarte cosas que yo nunca sabré. Que son tuyas. Que ya no son parte de mi niña.
Te propongo ir a montar en monopatín, pero no puedes. Tienes plan con tus amigos. Negociamos. Hoy no, mañana sí. A qué. Dónde y cuánto tiempo. Y mi cumpleaños lo celebro con mis amigos, me dices. Y me llevo a tu amiga de compras contigo. Os suelto y me voy. Queréis ir solas. Ver las tienda. Probaros todo. Reír. Yo os espero con mi ordenador en la cafetería. Tomando café. Con mis gafas de ver, por supuesto,. La presbicia. Con mis canas en coleta. Mientras miro de reojo el móvil por si me necesitaras.
Te llevo a ver magia. Chateas con tus amigas. Hay plan a la salida del espectáculo. Quieres que te deje en casa de unos amigos. Me niego. Te enfadas. Me toca sufrir. Aguanto el chaparrón. Te lo intento explicar. Tus orejitas me escuchan. Tus pajaritos no. Cantan muy alto en ese momento. Me pides que te deje hacerte el segundo pendiente. Pongo cara de no saber qué contestar. ¿Dibujamos un rato? No te apetece.
Te imagino en el futuro. Sé que volarás lejos. Que te irás de mi lado. Pero que volverás. Sé que estarás siempre atada a mí. Con cierta distancia. Para que puedas jugar con el aire lejos de mí. Como una cometa. Pero atada con un hilo que hemos tejido durante muchos años entre nosotros. Un hilo que los dos cuidamos. Te preocupas por mí. Por cómo me va en el trabajo. Por cómo me van los proyectos. Y cada día te cuento un poco más. Para que tus pajarillos escuchen además de cantar.
Te llevo al instituto. Te llevo de la mano. Te la sueltas. Te la vuelvo a coger y me río. "Papáááááa...", me dices. Te llevo de la mano hasta la entrada. Te dejo en la puerta. Te abrazo para darte un beso. Un beso de bebé. Mis cinco besos, mis tres "ays" y me beso de gnomo. Tú me das uno de tus besos cabezones. Me inclinas la cabeza para que te dé un beso en el cogote mientras tú besas el aire. Yo me quejo y te achucho. Te doy muchos besos en los mofletes. Sonoros. Como cuando eras un bebé. Mi bebé.
Y me dices: "Papá...., ¡que ya no soy una niña!".
Lo sé. Ya no eres aquel bebé al que cuidar. Ahora eres esa persona que quiero descubrir con la emoción de verte resplandecer. Eres Mi Hacker v2.0 (Teenager Edition). Todo nuevo para mí.
¡Saludos Malignos!
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)
Cómo crecen, y qué viejos nos hacen... Me he sentido muy identificado en este artículo, siento cosas muy parecidas con mi "padawan" de 19 años.
ResponderEliminarSé que tengo que acostumbrarme a que ella cada vez vuele más sola, pero no dejo de añorar a aquella rubita con coletas que siempre estaba pegada a mi lado.
Gracias por darle voz a mis pensamientos.
no estoy llorando, se me ha metido algo en el ojo... quizás por verme reflejado en esa mirada del que observa a su "niña" hacerse mayor y siente el espacio que se abre entre ella y yo, pero sin tristeza.. con aceptación, con esperanza y sobre todo, con amor.
ResponderEliminarMi hacker tiene 10 años, ya la veo diferente, ya se emociona con pinturas mas que con sus muñecas, algunas veces no nos entendemos, pero siempre será mi niña, mi bb.
ResponderEliminarSe que todo lo que comentas me tocara vivirlo, se que ya no es mi niña, que ya esta entrando a su adolescencia y que pronto dejara de ser mi niña, pero se que nunca dejara de ser el gran amor de mi vida.
Sinceramente, no esperaba emocionarme leyendote Chema. Te conoci hace años, pero esta apertura tan cerca de lo que siento me ha hecho soltar una lagrima, aceptando la verdad que llegará y que sin duda es inevitable. Cruel, bella, simple, complicada como lo es la paternidad.
ResponderEliminar...hay que ver lo bien que escribe ChatGPT metiéndole dos frases... jeje. Ánimo, de aquí a nada estasmos jugnado con los nietos y podremos revivir esos momentos que se nos han pasado volando.
ResponderEliminarNo lloro , solo me sudan los ojos
ResponderEliminarPfff... muy bueno. Lo que me espera.
ResponderEliminarMe has emocionado. Como comentan, la que me espera, aunque yo con un beta tester.
ResponderEliminarAyer mi niña venía corriendo cuando llegaba a casa y se me abrazaba a la pierna. Yo la cogía en brazos y se reía un montón, se le veían los huequecillos entre los dientes porque le estaban saliendo y llevaba un pijama de cuerpo entero. Y ahora ya tiene 14 años y me dice que quiere una moto (ha salido a mi, menos mal). Buffff el tiempo pasa muy rápido, tanto que ni te enteras. Gracias Chema, me has emocionado mucho con esto que cuentas.
ResponderEliminarMadre mía, que llorera mas tonta. Me siento totalmente identificado y eso que estoy un escalón por debajo tuya aun Chema. Veo que compartimos profesión y una visión muy similar de nuestras pequeñas princesas, que siempre lo serán. Un abrazo fuerte
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